Los últimos años desde 2008 se han sucedido en Europa y en Norteamérica inviernos extremadamente fríos y nivosos, azotados por tormentas invernales inesperadas, mientras que otras zonas (de Europa y Norteamérica) permanecían cálidas, en una década con los años más cálidos desde que hay registros. Según los últimos estudios estos inviernos son una desagradable sorpresa de las muchas que nos tiene reservadas el calentamiento global.
Dicho calentamiento ha venido produciendo una disminución gradual de la banquisa ártica (hielo marino) durante su mínimo anual de Septiembre, aunque el máximo se mantiene más o menos estable, el mínimo de Septiembre ha comenzado a disminuir de forma alarmante, hasta el punto de que estimaciones del IPCC de la desaparición total de la banquisa en verano inicialmente previstas para final de siglo XXI actualmente se estima que sucederá entre 2020 y 2040. Entre 1979 (año desde el que hay registros fiables de satélite) hasta el 2000, la disminución apenas fue apreciable. Sin embargo a partir del año 2000 la banquisa comenzó a descender de forma acusada hasta marcar un mínimo de la serie en 2007 con apenas 4,3 millones de Km2 frente a los 7 millones de Km2 habituales en el periodo 1979-2000, y estando un 26% por debajo del anterior mínimo del año anterior, el 2006. En 2012 se ha batido dicho récord con 3,5 millones de Km2. Aunque parezca un suceso remoto, parece ser que la zona ártica es determinante en la caracterización del clima de las latitudes medias.