Monte Perdido

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domingo, 20 de marzo de 2022

El colapso de la civilización industrial II

 Este texto fue escrito unos años antes de la pandemia, de la guerra de Ucrania, del alza de precios y escasez de productos. Describe bastante bien hacia donde vamos y porqué. Y me hace pensar si el objetivo de Rusia en la invasión de Ucrania no será quedarse con sus tierras de cultivo y ya de paso dejar de exportar gas y petróleo a occidente, precisamente con el objetivo de quedarse para sí las últimas reservas.

La foto que acompaña este texto ya no es un montaje como la de la primera parte.

El colapso de la civilización industrial II


 Aquí el texto original adaptado.

 ¿Qué fases tendrá, qué profundidad alcanzará, cuánto durará

y a qué velocidad se producirá el colapso?


La quiebra de la civilización industrial no ocurrirá de forma súbita y total, sino

que será un proceso largo, complejo y diferencial, con altibajos.


Colapso del capitalismo global y civilizatorio

nuevas crisis que terminarán en una mayor degradación de la complejidad. el declive de la sociedad industrial se parecerá más a “una piedra rodando por una pendiente irregular que cayendo por un precipicio”. Así, se irá pasando de lo complejo, grande, rápido y centralizado, a lo sencillo, pequeño, lento y descentralizado. Todo ello trufado de irreversibilidades.

Los distintos sistemas no colapsarán a la vez, sino que serán los elementos más vulnerables los que lo hagan primero y, a partir de ellos, se irá extendiendo el proceso mediante múltiples bucles de realimentación positiva que irán produciendo irreversibilidades que imposibilitarán la vuela atrás en el cambio civilizatorio. Aunque no habrá una secuencia clara, sino una maraña de procesos interconectados en paralelo,

 

 i). Fin de la energía abundante y concentrada, como primera manifestación de la degradación de la biosfera, que se irá profundizando durante el siglo XXI.

 

ii). Derrumbe monetario-financiero. Crisis de la banca, los mercados especulativos y el crédito. También de las monedas globales.

 

iii). Desglobalización y decrecimiento. La energía escasa y el estrangulamiento del crédito ahogarán el comercio, especialmente el internacional. La economía se relocalizará y se empezará a producir un cambio del metabolismo social.

 

iv). Nuevo  orden geopolítico. Guerras por los recursos y regionalización.

 

v). Quiebra del Estado fosilista. El sistema político actual no será capaz de seguir funcionando y perderá su legitimidad. El Estado se reconfigurará y, en algunos territorios, desaparecerá.

 

vi). Reducción demográfica por las crisis alimentaria y sanitaria, y por guerras. Esta será una de las etapas lentas que empezará con el agravamiento de la crisis económica, de las condiciones ambientales y de los cuidados, pero que se irá profundizando conforme transcurran nuevas fases.

 

vii). Desmoronamiento de lo urbano. Sin orden económico globalizado, Estados

fuertes, ni energía abundante, las grandes urbes serán abandonadas progresivamente, convirtiéndose en minas y aumentando los huertos urbanos.

 

viii). Incapacidad de sostener la alta tecnología. Pérdida masiva de información y de conocimientos. Esta etapa será lenta y se irá produciendo tras el derrumbe

de la economía global.

 

ix). Cambio de los valores dominantes. Final del mito del progreso y eclosión de

nuevos referentes en los que la sostenibilidad y una vuelta a una concepción

más colectiva de la existencia serán elementos centrales, lo que no implicará

necesariamente mayor liberación humana.

 

 

El doloroso y largo declive alumbrará sociedades radicalmente distintas

De todo ello, surgirán nuevas luchas y articulaciones sociales que se moverán entre neofascismos o respuestas autoritarias, y cuidados de la vida ecomunitarios. En cualquier caso, los nuevos órdenes sociales no cuajarán hasta que el conjunto social no haya cambiado de “dioses”.

 

Aunque muchos de los procesos ya han comenzado (fin de la energía abundante, quiebra financiera, crisis del comercio global, nuevo orden geopolítico, deslegitimación de los Estados)  alrededor de 2030, se producirá un punto de inflexión en el colapso de la civilización industrial como consecuencia de la imposibilidad de evitar una caída brusca del flujo energético. Ya vimos que, alrededor de esta fecha, si no antes, se producirá el pico de los tres combustibles fósiles y del uranio. Si se considera la TRE, en 2030 la energía proveniente del petróleo podría ser un 15% de la del cénit. Además, es probable que Arabia Saudí deje de exportar crudo para entonces, mientras muchos otros países lo habrán hecho antes. A partir de ese momento, será materialmente imposible que funcione un sistema económico global. Y ya hemos analizado que no hay sustituto energético posible al petróleo convencional y menos al conjunto de los combustibles fósiles. Por si esto fuera poco, para 2030 se podrían haber superado los umbrales que disparen el cambio climático hacia otro estado de equilibrio del sistema Tierra notablemente más cálido, aunque, si la crisis económica fuese muy profunda y rápida, esto último pudiera no ocurrir.

 

Hasta ese momento, se intentarán mantener las mismas políticas de crecimiento, eso sí, actualizadas y condicionadas por las circunstancias. Seguirán los escenarios business as usual y “capitalismo verde”. En realidad, será solo uno: un business as usual con algún tinte de transición posfosilista, pero no poscapitalista. Los descensos reales de la disponibilidad de combustibles fósiles serán más acusados que los esperables por causas geológicas. Además, su disponibilidad en los mercados internacionales será menor que la extracción, porque progresivamente habrá más países que dejen de exportar. Por ello, irá avanzando la desglobalización. Los Estados que puedan, entrarán en una guerra interna y externa por el sostén de su estructura, intentando controlar a la población y los recursos básicos. El mantenimiento de estas políticas suicidas conllevará que el colapso sea más brusco a partir de ese punto de inflexión que, como decimos, puede estar alrededor de 2030.

Mientras, en los mundos campesinos e indígenas menos alterados, donde ya se está en parte en un metabolismo no fosilista, el colapso será mucho menos brusco y los impactos menos duros. Incluso habrá regiones que sientan aliviada la presión política y económica que sufren. Aunque la lucha por sus recursos naturales seguirá siendo fuerte. Más allá de este punto de inflexión, el carbón estará poco disponible y se exportará cada vez menos, aunque más que el gas, que estará claramente en declive. El comercio internacional de petróleo casi desaparecerá. En ese contexto, el capitalismo y sus posibles derivados ya solo podrán mantenerse precariamente en base a la violencia. Será a partir de entonces cuando será más evidente el Largo Declive en  el que se sumirán las sociedades.

 

Creemos que las sociedades ecomunitarias solo podrán desarrollarse, más allá de experiencias pequeñas o en espacios no modernizados, cuando se haya producido la quiebra de los poderes económicos y políticos, más allá de la década de 2030. Es decir, que antes de tener una oportunidad real de cambio ecomunitario habrá una etapa dura de destrucción social. El quehacer de los movimientos sociales en esa fase será clave para sembrar los proyectos que podrán aflorar luego, posibilitar las condiciones sociales para que esto sea factible y hacer que el colapso sea lo menos profundo posible, sobre todo a nivel ecosistémico. Sin este trabajo, es improbable que puedan surgir estas nuevas sociedades emacipadoras. Tampoco lo tendrán fácil después, aunque el contexto les dará más oportunidades. Cuajarán una gran diversidad de organizaciones sociales situadas entre ecofascismos o autoritarismos, y ecomunitarismos. Por ello, además de analizar cada una de las etapas. Por supuesto, el año 20230 se debe entender como una referencia estimativa. Lo más relevante no es si este punto será en la década de 2030 o de 2040, sino los procesos que se desencadenarán y que los vivirá gran parte de la población actual. A este punto de inflexión lo denominamos Bifurcación de Quiebra.

 

Todo el proceso será largo, pues el grado de extralimitación es muy grande y la

pérdida de complejidad será muy alta. La total reorganización social que se producirá durante el Largo Declive podrá durar unos 200 años, un periodo parecido al que tardó la civilización industrial en llegar a su cénit. O incluso más, pues los nuevos equilibrios ecosistémicos no estarán constituidos para entonces. El sistema climático puede tardar miles de años en estabilizarse y no son descartables escenarios catastróficos de pérdida de funciones ecosistémicas y desorden total de las redes de la vida.

 

Durante mucho tiempo, el ser humano no tendrá capacidad (ni probablemente voluntad) de realizar nuevos impactos destructores sobre el entorno: su población bajará, el consumo per cápita también, y su tecnología tendrá menos potencia y se basará en energías y materiales renovables.

La velocidad del colapso de los sistemas complejos depende del grado de integración de sus nodos y de la velocidad de funcionamiento de todo el sistema. A más integración y más velocidad, mayor celeridad. En el pasado, los colapsos societarios fueron relativamente lentos, como su metabolismo. El Largo Declive será rápido.

Como media, las civilizaciones han necesitado 500-1.000 años para expandirse y 100-300 para caer.

 

El doloroso Largo Declive alumbrará sociedades radicalmente distintas

 

Al principio (quiebra de la economía financiera y productiva global) pero, más allá de la Bifurcación de Quiebra, transcurrirá con más lentitud (desmoronamiento de lo urbano, quiebra del Estado fosilista) y el ritmo irá siendo más (cambio de subjetividades) y más (reorganización ecosistémica y climática) pausado. Además, el proceso tendrá distintas velocidades en los diferentes territorios, de igual modo que la transición del metabolismo forrajero al agrícola no se ha terminado de completar todavía (aunque casi) y el del agrícola al fósil sigue produciéndose.

La velocidad no será irrelevante pues “un descenso rápido implica:

 

i) Un descenso poblacional rápido (quiebra de sistemas de salud, guerras, epidemias…), pero no necesariamente más profundo.

 

ii) Más riesgo de guerras atómicas o químicas masivas.

 

iii)Menos caos climático y pérdida de biodiversidad y de funciones ecosistémicas (salvo guerras atómicas o químicas masivas).

 

 iv) Menos impacto sobre la biomasa (si el descenso es lento habrá una fuerte deforestación que durará más que si este es rápido y con menos población).

 

v) No sufrirán tantas generaciones humanas, pero será durísimo para las dos siguientes.

 

 vi) Menos riesgos de olvidar (la ciencia, la técnica, las razones que llevaron al desastre)”


 vii) Una desestabilización de los agrosistemas más profunda.  

Aquí la tercera parte.

Referencia: En la espiral de la energía Volumen II