La Península Ibérica en la oscuridad: crónica del apagón del 28 de abril de 2025
El lunes 28 de abril de 2025, la rutina de millones de personas en España y Portugal se vio abruptamente interrumpida por un apagón de proporciones históricas. A las 12:33 CEST (10:33 UTC), la electricidad dejó de fluir en la mayor parte del territorio peninsular, sumiendo a ambos países en una oscuridad que se prolongaría durante aproximadamente diez horas, e incluso más en algunas zonas. La magnitud del fallo se hizo evidente rápidamente: España experimentó una pérdida de 15 gigavatios de electricidad, lo que representaba cerca del 60% de la demanda nacional en ese momento.
Las consecuencias del apagón fueron inmediatas y generalizadas, afectando de manera crítica a diversos sectores. El transporte se vio paralizado con la detención de trenes y sistemas de metro, dejando varados a unos 35.000 pasajeros solo en España. Los aeropuertos, incluyendo los de Madrid-Barajas y Lisboa-Humberto Delgado, sufrieron importantes retrasos y cierres parciales, generando caos para los viajeros. La repentina falta de energía dejó semáforos inoperativos, provocando congestión y dificultades en la circulación por las carreteras de las principales ciudades.
Cordon press. National GeographicLa comunicación también se vio gravemente comprometida. Las redes de telefonía móvil y los servicios de internet experimentaron severas limitaciones, con una caída drástica del tráfico de red en España hasta un mero 17% de su uso habitual. Los cajeros automáticos dejaron de funcionar, imposibilitando el acceso a efectivo para muchos ciudadanos. Incluso servicios esenciales como hospitales tuvieron que recurrir a generadores de emergencia para mantener sus operaciones. En Portugal, la situación no fue menos grave, con el cese de operaciones de comercios, supermercados y farmacias debido al fallo de los sistemas de pago electrónicos. Otros eventos, como el torneo de tenis Mutua Madrid Open, tuvieron que ser suspendidos, afectando a miles de espectadores. La actividad diaria en oficinas y negocios a lo largo de la península se detuvo por completo.
Ante la gravedad de la situación, las autoridades de ambos países iniciaron rápidamente investigaciones para determinar las causas del apagón. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, anunció la creación de una comisión especial, asegurando que no se descartaba ninguna hipótesis, incluyendo la posibilidad de una fuerte oscilación en la red europea. No obstante, descartó inicialmente la falta de capacidad de generación nuclear como factor desencadenante.
Cordon press. National GeographicAfortunadamente, la situación comenzó a normalizarse durante la mañana del martes, con la recuperación de aproximadamente el 99% de la capacidad eléctrica en España, según informó Red Eléctrica. El operador portugués REN también comunicó el restablecimiento total del suministro. Sin embargo, las investigaciones para esclarecer las causas exactas del apagón continuaron. Lamentablemente, se estaban investigando al menos siete muertes en España por su posible vinculación con el apagón, incluyendo incidentes relacionados con el uso de generadores y velas.
La rapidez y la extensión del apagón ponen de manifiesto la profunda interconexión y la consiguiente vulnerabilidad de la red eléctrica europea. La hipótesis inicial de una "fuerte oscilación" que afectó simultáneamente a España y Portugal, e incluso brevemente a zonas de Francia, sugiere un problema sistémico con la capacidad de propagarse rápidamente a través de las redes nacionales interconectadas. Un fallo significativo en una parte del sistema puede desencadenar una cascada de desconexiones, resaltando la necesidad de mecanismos robustos de sincronización y estabilidad en toda la red europea.
El impacto inmediato en servicios esenciales como el transporte, la comunicación y la atención médica revela la enorme dependencia de la sociedad moderna de un suministro eléctrico continuo y fiable. La paralización de trenes y el cierre de aeropuertos son ejemplos claros de la fragilidad de la infraestructura crítica ante la falta de energía. La vida contemporánea se apoya en gran medida en la electricidad, y su interrupción genera perturbaciones significativas en todos los ámbitos, subrayando la importancia de sistemas de respaldo resilientes y planes de contingencia para mitigar los efectos de eventos de esta magnitud.
Ecos de una crisis profunda: El apagón en el contexto del panorama energético
El apagón que afectó a la península ibérica no puede entenderse plenamente sin considerar el contexto más amplio de la crisis energética global y la creciente conciencia de los límites del crecimiento en un planeta con recursos finitos. La crisis energética actual se caracteriza por la preocupación en torno a la seguridad del suministro, la asequibilidad de la energía y el impacto ambiental de los sistemas energéticos predominantes.
El modelo energético actual, fuertemente dependiente de los combustibles fósiles, es insostenible a largo plazo debido a la naturaleza finita de estos recursos y a las graves consecuencias ambientales que conlleva su uso. El crecimiento exponencial de la población, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y el agotamiento de los recursos no renovables no pueden continuar indefinidamente en un planeta finito. Si estas tendencias no se modifican significativamente, podrían conducir a un colapso social y económico en el siglo XXI.
La transición hacia fuentes de energía renovable es un imperativo crucial, pero este proceso enfrenta importantes limitaciones. Estas incluyen pérdidas de eficiencia en la conversión de energía, la necesidad de materiales escasos para la fabricación de tecnologías renovables y el hecho de que el enfoque actual se centra principalmente en la producción de electricidad, dejando de lado otras formas de energía también esenciales para el funcionamiento de la sociedad.
En este contexto, el apagón de España y Portugal puede interpretarse como un síntoma de la creciente presión sobre la infraestructura energética existente. Esta presión se deriva de la necesidad de abandonar los combustibles fósiles, la integración de fuentes renovables intermitentes
El apagón de la península ibérica se erige como un ejemplo palpable de las vulnerabilidades inherentes a los complejos sistemas energéticos en un período de transición significativo y crecientes presiones ambientales. Trasciende la noción de un mero fallo técnico para convertirse en un evento del mundo real que afecta a millones de personas, poniendo de manifiesto la tangibilidad de los conceptos abstractos de crisis energética y límites del crecimiento.
La transición requiere una planificación cuidadosa e inversiones significativas en infraestructura de red y tecnologías de estabilización para evitar interrupciones como el apagón. Dicho apagón podría interpretarse como una manifestación localizada de las presiones que surgen al exceder ciertos límites ambientales o de infraestructura. Nuestro planeta tiene recursos y capacidades finitas, y los sistemas energéticos forman parte de este contexto más amplio. Las interrupciones podrían ser indicadores tempranos de las consecuencias de presionar contra estos límites.
Las limitaciones de una transición energética puramente centrada en la electricidad renovable sugiere la necesidad de un enfoque más holístico. Esto implicaría considerar otras formas de energía renovable y un posible cambio en los patrones de consumo y abogar por estilos de vida más sostenibles. El apagón podría impulsar una reevaluación de las estrategias de transición energética, considerando no solo la generación de electricidad, sino también la eficiencia energética, la gestión de la demanda y el papel de las fuentes de energía renovable no eléctricas.
La energía nuclear bajo la lupa: viabilidad en una era de límites
La energía nuclear se presenta como una posible alternativa energética para España y Portugal. Sin embargo, su viabilidad debe evaluarse cuidadosamente considerando tanto sus oportunidades como sus desafíos.
La energía nuclear ofrece la oportunidad de generar electricidad con bajas emisiones de carbono, lo que contribuye a la reducción de gases de efecto invernadero y a la lucha contra el cambio climático. Además, proporciona un suministro de energía de base fiable y estable, a diferencia de fuentes renovables intermitentes como la solar y la eólica. Es significativo que el propio presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, descartara la falta de generación nuclear como causa del reciente apagón. Los avances en la tecnología nuclear, como los Pequeños Reactores Modulares (SMRs), ofrecen la promesa de una implementación más segura, flexible y rentable. De hecho, el papel de la energía nuclear está siendo reevaluado para satisfacer la creciente demanda de electricidad de centros de datos e inteligencia artificial, lo que subraya su potencial en un mundo cada vez más electrificado.
A pesar de estas ventajas, la energía nuclear también enfrenta desafíos y limitaciones importantes. La disponibilidad de recursos de uranio, aunque el OIEA sugiere que son suficientes, requiere una consideración a largo plazo en el contexto de los límites de los recursos, al igual que el impacto ambiental de la minería de uranio. El costo de construir nuevas centrales nucleares implica elevadas inversiones de capital y largos plazos de ejecución, lo que puede ser un factor disuasorio. Las preocupaciones sobre la seguridad nuclear, avivadas por accidentes como los de Chernóbil y Fukushima, y la gestión segura de los residuos radiactivos persisten y afectan la aceptación pública de esta tecnología. La gestión a largo plazo del almacenamiento y la eliminación del combustible nuclear gastado sigue siendo un desafío significativo.
El precio del uranio ha experimentado fluctuaciones significativas. Las tendencias de precios a largo plazo podrían verse influenciadas por un aumento de la demanda si la energía nuclear se convierte en una fuente de energía más prominente.
Las fluctuaciones en los precios del uranio resaltan las incertidumbres económicas asociadas con la energía nuclear. Un aumento de la demanda podría elevar los precios, lo que afectaría la competitividad general de la energía nuclear. Si la energía nuclear se convierte en una solución clave, es probable que la demanda de uranio aumente, lo que podría llevar a precios más altos y afectar la viabilidad económica de los proyectos nucleares.
Los desafíos de percepción pública asociados con la energía nuclear siguen siendo un obstáculo importante para su adopción generalizada, incluso con los avances en la tecnología de reactores. Superar estas preocupaciones requiere una comunicación transparente sobre la seguridad y la gestión de residuos. La aceptación pública es crucial para el éxito de cualquier política energética. Abordar las preocupaciones históricas y destacar las características de seguridad de los reactores nucleares modernos es esencial para generar confianza pública.
El hecho de que las centrales nucleares informaran de problemas de recuperación después del apagón sugiere que incluso las fuentes de energía tradicionalmente estables no son inmunes a los fallos sistémicos de la red y requieren mecanismos robustos de integración y protección. Esto desafía la noción de que la energía nuclear es una solución completamente infalible y enfatiza la necesidad de una infraestructura de red resiliente que pueda soportar todas las fuentes de energía durante y después de grandes interrupciones.
Los combustibles fósiles en la encrucijada: dependencia vs. agotamiento
La viabilidad a largo plazo de seguir dependiendo de los combustibles fósiles para las necesidades energéticas se vuelve cada vez más cuestionable en el contexto del agotamiento de los recursos, los impactos ambientales y los factores geopolíticos.
La producción de petróleo probablemente disminuirá en los próximos años debido a la creciente dificultad y la decreciente rentabilidad energética de la extracción. Si bien existen vastas reservas de petróleo no convencional, su extracción es más costosa y energéticamente intensiva. Además, se ha alcanzado el pico de producción de otros combustibles fósiles como el carbón (en 2019).
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El uso de combustibles fósiles es la mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero, principal impulsor del cambio climático. La dependencia continua de estos combustibles exacerba la degradación ambiental y contribuye a eventos climáticos extremos que pueden tensar aún más la infraestructura energética.
La convergencia del agotamiento de los recursos (pico del petróleo/carbón), las graves consecuencias ambientales y las vulnerabilidades geopolíticas hacen que la dependencia a largo plazo de los combustibles fósiles sea cada vez más insostenible. Continuar dependiendo de recursos finitos que dañan el medio ambiente y crean riesgos geopolíticos es intrínsecamente insostenible a largo plazo.
Si bien los combustibles fósiles actualmente proporcionan una parte significativa de la energía, su viabilidad económica a largo plazo es cuestionable debido a la volatilidad de los precios, los crecientes costos asociados con las regulaciones ambientales y el potencial de activos varados a medida que la energía renovable se vuelve más competitiva. La economía de la energía está cambiando. Los costos de la energía renovable están disminuyendo, y los costos a largo plazo del cambio climático asociados con los combustibles fósiles son cada vez más evidentes.
Los riesgos geopolíticos asociados con la dependencia de los combustibles fósiles podrían socavar la seguridad energética, especialmente en un mundo que enfrenta una creciente inestabilidad global. La diversificación de las fuentes de energía y la reducción de la dependencia de proveedores potencialmente poco fiables es crucial. El apagón, potencialmente vinculado a un problema de red originado en España, destaca la vulnerabilidad de los sistemas interconectados. La dependencia de fuentes externas de combustibles fósiles añade otra capa de riesgo geopolítico.
Más allá del juego de culpar: estabilidad de la red, renovables y vulnerabilidades sistémicas
El análisis de los posibles factores que contribuyeron al apagón de España y Portugal requiere un enfoque en los problemas de estabilidad de la red, el papel de la integración de energías renovables y otras vulnerabilidades sistémicas. La explicación inicial de una "oscilación muy fuerte" en la red sugiere un problema de estabilidad. Los operadores de la red deben mantener un delicado equilibrio entre la generación y la demanda de electricidad. Se ha identificado la pérdida de generación en subestaciones del suroeste de España como una fuente del apagón.
En el momento del apagón, una parte significativa de la electricidad de España era suministrada por energía solar (alrededor del 53-60%) y eólica (alrededor del 11-12%). Algunas especulaciones iniciales culparon a las energías renovables por el apagón, citando su intermitencia. Sin embargo, el operador de la red (REE) ha negado que las energías renovables fueran las culpables, afirmando que estas tecnologías son estables y tienen sistemas para operar de manera fiable. El jefe de energía de la UE también declaró que el apagón no podía atribuirse a una fuente de energía específica como las renovables. Algunos argumentan que una alta dependencia de las energías renovables puede hacer que las redes sean más propensas a las oscilaciones debido a la falta de inercia en comparación con la generación de energía tradicional. Los datos sugieren que las redes con mayores proporciones de energías renovables pueden ser más resilientes, posiblemente debido a la modernización y la planificación actualizada.
El enfoque en las oscilaciones de la red y el debate en torno a la integración de las energías renovables sugieren que la creciente penetración de fuentes intermitentes presenta nuevos desafíos para mantener la estabilidad de la red que requieren una gestión cuidadosa e inversiones en tecnologías apropiadas. La red fue diseñada para fuentes de energía tradicionales y gestionables. La afluencia de energías renovables variables exige mejoras en la infraestructura de la red, el almacenamiento de energía y los sistemas de control avanzados para garantizar la estabilidad.
La preocupación por la integración "no planificada y aleatoria" de las energías renovables destaca la importancia de un enfoque estratégico y bien coordinado de la transición energética, garantizando que la infraestructura de la red y las medidas de estabilización sigan el ritmo del despliegue de la generación renovable. Simplemente añadir más capacidad renovable sin abordar las vulnerabilidades de la red puede generar inestabilidad. Es esencial un plan holístico que considere tanto la generación como la infraestructura de la red.
La negación por parte del operador de la red de que las energías renovables fueran las culpables , junto con datos que sugieren que las energías renovables pueden mejorar la resiliencia de la red, indica que la relación entre la energía renovable y la estabilidad de la red es compleja y que atribuir la culpa a un solo factor podría ser una simplificación excesiva. El problema probablemente radica en el cómo de la integración más que en el qué de la fuente de energía. El debate en torno a las energías renovables y los apagones suele estar cargado de política. La evidencia sugiere que con una planificación y tecnología adecuadas, la energía renovable puede ser una parte fiable de la red. El enfoque debería estar en las mejores prácticas para la integración.
Iluminando el camino a seguir: hacia un futuro energético resiliente y sostenible
En conclusión, el apagón de España y Portugal en abril de 2025 ofrece valiosas lecciones sobre la complejidad de la transición energética y la necesidad de abordar las vulnerabilidades sistémicas en un mundo con recursos limitados. El evento subraya la importancia de un enfoque holístico e integrado de la política energética, que considere no solo las fuentes de energía, sino también la infraestructura que la entrega, la eficiencia con la que se utiliza y el contexto ambiental y de recursos más amplio.
El apagón sirve como un recordatorio de que la transición hacia un futuro energético sostenible probablemente implicará desafíos y posibles interrupciones. Aprender de estos eventos es crucial para adaptar las estrategias y construir sistemas más resilientes. Abordar la crisis energética y las limitaciones del crecimiento requiere un cambio fundamental de pensamiento, alejándose del paradigma del crecimiento infinito en un planeta finito hacia un modelo de sostenibilidad y resiliencia.
Se pueden proponer las siguientes recomendaciones:
• Invertir en la modernización y el fortalecimiento de la infraestructura de la red para mejorar la resiliencia y la estabilidad, particularmente con la creciente penetración de energías renovables. Esto debería incluir sistemas de estabilización reactiva.
• Desarrollar un plan integral y estratégico para la integración de fuentes de energía renovable, garantizando la coordinación entre el despliegue de la generación y las mejoras de la red.
• Explorar una combinación energética diversificada que considere el potencial de diversas fuentes bajas en carbono, incluida la nuclear (abordando las preocupaciones de seguridad y residuos) y otras energías renovables no eléctricas.
• Priorizar las medidas de eficiencia energética y la gestión de la demanda para reducir el consumo energético general, en consonancia con los principios de los límites del crecimiento.
• Fomentar la cooperación internacional dentro de la UE para garantizar la estabilidad de la red y la seguridad energética en todo el sistema europeo interconectado.
• Llevar a cabo investigaciones exhaustivas y transparentes sobre las causas del apagón para implementar medidas preventivas y mejorar los protocolos de respuesta a emergencias.
• Considerar las implicaciones a largo plazo del agotamiento de los recursos y los impactos ambientales al formular la política energética, alejándose de una fuerte dependencia de los combustibles fósiles.
• Monitorear y analizar continuamente los indicadores económicos relevantes, como los precios del uranio y el cobre, para informar las decisiones de inversión energética y anticipar posibles desafíos.
La implementación de estas recomendaciones requiere un enfoque multifacético que involucre la innovación tecnológica, los ajustes de políticas, la inversión en infraestructura y los cambios de comportamiento para garantizar un futuro energético seguro y sostenible. La transición energética no se trata solo de cambiar tecnologías; también requiere un cambio en nuestros valores sociales y nuestra relación con los recursos del planeta.
28-10-2021 Programa "Horizonte" de canal Cuatro El gran apagón