Armando Alberola
Romá
ISBN: 978-84-376-3320-6
Un libro sobre un tema muy
interesante. La Pequeña edad del Hielo en España PEH, aporta documentación y
narraciones sobre los acontecimientos meteorológicos vividos en España durante
esa época.
El libro es pequeño y se lee
bien, pero para mi gusto el capítulo de introducción sobra pues se dispersa un
poco con temas que se ve que el autor no domina (es historiador no climatólogo)
y mete un poco de relleno prescindible.
Luego sigue un capítulo
hablando de la pequeña edad del hielo en Europa bastante interesante que parece
un buen resumen del libro de Brian Fagan de la pequeña edad del hielo.
Aquí cuenta cosas ya conocidas
pero que no dejan de ser chocantes como la congelación del mediterráneo en
Marsella, o la congelación del Támesis en Londres.
En el siguiente capítulo ya
entra en harina y se pone a contarnos la PEH en España. Los primeros capítulos
hablan sobre temperaturas y cuenta fenómenos chocantes como la congelación del
Ebro en Tortosa algunos inviernos y cómo uno de ellos permaneció así casi dos
semanas.
Habla de los frecuentes
temporales de nieve que azotaban la península ibérica y por lo que cuenta, las
temperaturas debían ser muy bajas (baste el apunte de la congelación del Ebro).
Pero lo más chocante es que
luego en los peores años de la PEH también habla de veranos extremadamente
calurosos. Es decir el contraste térmico entre el invierno y el verano era
mucho más intenso que en la actualidad. Aunque no hay registros termométricos y
me cuesta pensar que las temperaturas fueran superiores a las que se registran
actualmente, si me creo que al menos fueran tan intensas como las actuales.
Destaca un relato muy visual
de un sueco discípulo de Linneo que en
esos años andaba viajando por España, cuenta que los inviernos son tan
rigurosos como los de Suecia pero como contrapartida apunta que los veranos son
tan rigurosos como los inviernos.
Esto, aunque suena extremo tiene su
explicación. En Suecia los inviernos son terriblemente fríos y en aquella época
más, pero al estar “embebida” Suecia en la masa fría, el tiempo es muy estable
y soleado aunque gélido, mientras que en España con temperatura mucho más
cálidas (oscilando por encima y por debajo de cero) los inviernos coincidían
con el cinturón de borrascas, haciendo que fueran muy ventosos, lluviosos y
nivosos lo que da una sensación térmica mucho más baja que la temperatura real. Por otra parte en España los veranos son muy
rigurosos (por el calor extremo) sobre todo si se está acostumbrado al paraíso
que es Suecia en verano.
Pero no todos los veranos de
la PEH eran así de cálidos, también se cuenta que había veranos frescos y sobre
todo muy tormentosos.
Cosa que tiene su lógica pues en
aquella época la corriente de chorro (el
frente polar) en verano estaba mucho más abajo que ahora y era más o mucho más
potente que ahora esto explicaría los dos fenómenos. Al ser la corriente de
chorro más potente la diferencia de temperaturas entre el lado frío y el cálido
era más intensa y por otro lado el chorro coincidía con nuestras latitudes en
verano. De este modo los años que el chorro o frente polar quedaban por Francia,
España era invadida por el aire cálido de áfrica y sufría terribles veranos
mientras que si el chorro coincidía con nuestra latitud el diferencial de
temperaturas provocaba tormentas terribles y veranos frescos.
Estos dos últimos párrafos en cursiva no se comentan en el
libro, son impresiones mías.
En los capítulos centrales se
habla del fenómeno económico de los pozos de nieve en toda le geografía
peninsular incluso en la zona mediterránea y a altitudes muy cercanas ya a la
costa, cosa que choca bastante pues en la actualidad es extraño ver nieve cerca
de la costa mediterránea (aunque no insólito).
El autor es de Alicante por lo
que el libro está ligeramente “escorado” hacia la zona mediterránea y deja un
poco en el olvido el oeste aunque hace algunas referencias a Galicia y otras zonas.
Los capítulos finales son para
las precipitaciones y como es un libro muy mediterráneo habla mucho de las
sequías interminables del verano y de las inundaciones del otoño. Aquí resulta
muy difícil establecer un registro serio pues cada inundación importante es vivida por los
lugareños como la peor que se recuerda y sin registros de caudal de los ríos o pluviométricos
es muy difícil comparar siglo a siglo precipitaciones extremas y riadas aunque
el libro si da un bosquejo de su frecuencia a lo largo de los siglos y habla de
una anomalía climática llamada oscilación Maldá en referencia a una persona de
Barcelona que registró en su diario un comportamiento del tiempo anómalo para lo
vivido anteriormente y posteriormente.
Habla de fuertes sequías en
toda España pero es muy difícil comparar su alcance y duración sin registros
pluviométricos, aunque si apunta que solían terminar con precipitaciones
torrenciales. También habla algo de los temporales invernales en el resto de la
península ibérica pero aquí se queda un poco corto.
El libro termina como empezó
divagando un poco sobre la influencia de la iglesia en la sociedad y como ésta
monopolizaba las rogativas para acabar con sequías e inundaciones y cómo se
utilizaban las catástrofes climáticas sobre todo sequías e inundaciones para
hacer sentir culpable a la sociedad y mantenerla asustada bajo el gobierno de
la iglesia.
En general echo de menos en el
libro, más gráficas y mejores pues las pocas que tiene son vagas y algunas
carecen de títulos y datos en los ejes cosa inadmisible para un libro serio,
aunque salvo ese pequeño detalle a mí este libro me parece serio.
Finalmente la bibliografía que
incluye si es buena y bastante completa, he consultado algunos documentos de la
bibliografía y me han parecido muchos y muy interesantes.
Yo he oído comentar a los viejos de Talamanca (personas que habían nacido a finales del siglo XIX) que algunos inviernos se conjelaba el Jarama e incluso lo pasaban con carros, no se si era exageración o cierto, mi abuelo también lo comentaba
ResponderEliminarYo he oído comentar a los viejos de Talamanca (personas que habían nacido a finales del siglo XIX) que algunos inviernos se conjelaba el Jarama e incluso lo pasaban con carros, no se si era exageración o cierto, mi abuelo también lo comentaba
ResponderEliminarSi, a mí también me lo contó, echaban paja en el hielo para que no se escurriese el ganado al cruzarlo.
ResponderEliminarDespués del invierno de 1983 no me quedó duda de que era cierto y no una leyenda.
Entonces la edad de Hielo en Europa fueron años lluviosos en España?
ResponderEliminarPregunta difícil de contestar. Cuando dices edad del hielo entiendo "pequeña edad del hielo" durante las glaciaciones, las precipitaciones eran claramente inferiores a las actuales.
ResponderEliminarPor las crónicas, da la impresión de que (durante la PEH) fueron años más lluviosos en general. Pero si nos atenemos a los registros pluviométricos más antiguos, da la impresión que son prácticamente iguales a los actuales al menos en precipitación anual.
Durante la PEH el cinturón de borrascas estaba más bajo de latitud, por lo que el grueso de las precipitaciones se producía en otoño y primavera (casi igual que ahora). Las nortadas invernales traían mucho frío pero seguramente pocas precipitaciones y los veranos aunque más secos que la primavera y el otoño, se cuenta que eran más tormentosos.
Todo esto, en términios generales. Ten en cuenta que la variabilidad de la precipitación en España siempre ha sido muy grande, alternando años muy secos con años húmedos con años secos. Sobre todo en el arco mediterráneo, donde el libro habla de grandes sequías e inundaciones alternadas de forma bastante caótica.