En la entrada anterior ponía un resumen del informe del HSBC alineándose
con las hipótesis colapsistas sobre lo que está por venir en el mercado
energético global. En esta entrada continúo con el resumen del informe.
¿Por qué decimos ahora que la oferta disminuye?
La debilidad de los precios del crudo en los últimos dos años resultará
en que, la capacidad de producción comenzará a caer. Al principio sólo un 1% de
la demanda. Las interrupciones del suministro tuvieron un impacto limitado en
2015-16 debido a la sobreoferta global, pero el mercado será mucho más
susceptible a Interrupciones después de 2017. Además, dada la caída casi sin
precedentes de las inversiones de la industria extractiva petrolífera desde
2014, esperamos que el suministro caiga de forma más acusada.
Lo que diferencia el petróleo de otras materias primas, es la
disminución natural de la producción del petróleo y gas después de un período
de meseta. Si bien el suministro global de líquidos ha crecido en más de 10 mbd
en los últimos diez años, el crecimiento de la producción se ha debido
principalmente a estos factores:
1) el crudo de la OPEP (principalmente Arabia Saudita e Irak),
2) Nuevos desarrollos de petróleo convencional (~ 5 mbd),
3) Líquidos de gas natural (LGN,> 3,5 mbd) y biocombustibles (~ 1,5 mbd).
De hecho, El suministro convencional de crudo no OPEP no ha mostrado
crecimiento neto ya que los nuevas desarrollos se han visto compensados por la
disminución de la producción existente. Varios factores apuntan hacia el riesgo
de que estas caídas se aceleren en los próximos años:
Aumento de los descensos en el
tiempo debido a una combinación de:
a) La inevitable maduración de los campos antiguos, donde las
disminuciones de producción han sido mitigadas hasta ahora gracias a la
tecnología.
b) Nuevos campos cada vez más pequeños: la mezcla de producción mundial
está cambiando estructuralmente y depende cada vez más de pequeños campos. Es
probable que los campos pequeños disminuyan más rápido ya que su tamaño
limitado no permite largos periodos de producción.
c) Los descubrimientos apuntan a
que esta tendencia continúa: el tamaño medio de los descubrimientos nuevos lleva
décadas en descenso. El año pasado alcanzó un mínimo récord de 24 mbd, una
pequeña fracción del tamaño medio de los nuevos campos que se descubrían en la década de 1960.
d) Unas tasas de declinación de 5-7% se consideran razonables. Esto representa
alrededor de 3-4,5 mbd de producción perdida cada año. Lo que supone mucho más
que las interrupciones debidas a imprevistos de la producción de cualquier año
dado.
¿Mejora la eficiencia dando una falsa sensación de seguridad?
La mejora de la eficiencia en la perforación ha sido un factor
importante por encima de lo esperado en muchas regiones durante 2015-16, y
varias petroleras han destacado cómo este hecho, ha mitigado sus tasas de
disminución. Sin embargo, debemos asumir que después de tales cambios en el
rendimiento hay límites a cuánto a una mayor eficiencia de la producción que a
su vez puede enmascarar las tasas de disminución subyacentes.
Lo que significa para la oferta global
Como ya se ha apuntado anteriormente, se estima que el 81% de la
producción mundial de líquidos ya está en declive. Sin embargo, se asume un 64%
como valor más optimista.
Asumiendo tasas de declinación del 5-7% la producción global perdida
desde 2016 hasta 2040 asciende a
41-48mbd. Para el contexto, esto supera en más de 4 veces la producción actual
de crudo Arabia Saudita 10.5 mbd. Esta sería la cantidad necesaria sólo para
mantener el suministro plano, respecto al suministro actual. A fin de
proporcionar, además del aumento previsto de la demanda mundial durante el
período, El suministro necesario podría estar más cerca de 55-60 mbd.
La nota de
investigación de HSBC muestra que contrariamente a las preocupaciones sobre una
oferta excesiva de petróleo y una demanda insuficiente, la situación es la
opuesta: el suministro mundial de petróleo en los próximos años será insuficiente
para mantener una demanda creciente.
La desaparición de los combustibles fósiles
Las predicciones de
este informe sobre la oferta y la demanda global de petróleo, pueden o no
resultar precisas, pero forman parte de un contexto más amplio de declive de la energía neta
global.
El
valor de la energía que se puede producir a partir de los combustibles fósiles
mundiales se reduce inexorablemente.
Según el HSBC, los
precios del petróleo es probable que suban y se estabilicen durante algún
tiempo en torno a los 75 dólares por barril. Pero sigue siendo un precio demasiado
alto para evitar desestabilizar la economía. Precios por encima de 60 dólares
el barril inducirán una recesión.
El mundo está
experimentando unas Tasas de
Retorno Energético (TRE) en disminución para todos los combustibles fósiles.
La TRE es el valor total de energía que un recurso puede
generar, calculada comparando la cantidad de energía extraída con la cantidad
de energía utilizada para conseguir su extracción.
Esto significa que, aunque
la producción total de líquidos aumente, como el valor de la energía que esta
genera está disminuyendo, simultáneamente los costes totales de extracción
están aumentando. Y además su valor para la sociedad es menor.
Para que lo entendamos:
En los años 70 por ejemplo una producción neta de 30 mbd diarios significaba
que quedaban disponibles para la sociedad unos 29 mbd diarios o más. Sin
embargo ahora, aunque contablemente la producción fuera de 60 mbd, la energía
neta para la sociedad puede ser de 45 mbd pues el resto de 15 Mbd se producen
para extraer esos 45 mbd de energía
neta. De este modo los datos contables han dejado de ser fiables, aunque sean
precisos y correctos. Siempre sería más correcto medirlo en MW o GW y no en
barriles. Pues podemos caer en el error de contabilizar todo el crudo producido
como útil para la sociedad como lo ha sido siempre y olvidarnos de que ahora
una buena parte de esa producción, se consume en el propio yacimiento.
Este fenómeno está
actuando como un freno al crecimiento económico global. Lo que significa que
cuanto más siga la economía siendo dependiente de los combustibles fósiles, más
atada estará la economía al impacto recesivo del declive global de la energía
neta.
El petróleo convencional
mundial llegó a su cénit alrededor del año 2005. Todo el aumento de la oferta
siguiente se ha debido a la explotación de petróleo no convencional y, desde
2009, básicamente al petróleo ligero de rocas compactas de los EEUU, que a su
vez llegó a su cénit alrededor de marzo de 2015.
La
oferta global de petróleo no ha conseguido mantener el ritmo del aumento del
consumo total de energía, cuyo crecimiento natural requiere
que sea aproximadamente proporcional al aumento de la población, llevando a una
disminución de la parte proporcional del petróleo en el mix energético. Otras
fuentes han reemplazado progresivamente al petróleo en el mix energético, como el
carbón en China. Pero ninguna otra fuente convencional ha demostrado ser un
sustituto válido para el petróleo.
Los
efectos económicos consistirán en una deslocalización de las industrias a economías que usen fuentes de
energía locales, más baratas y más sucias (como el carbón en China) así como
salarios más bajos, una demanda agregada doméstica cada vez más baja, lo que
alimenta una espiral de deflación y/o deuda.
Convergencia de crisis
El informe sobre la
oferta global de petróleo del HSBC proporciona una confirmación de que, en su
mayor parte, la producción global de petróleo está ya en el post-cénit.
El
informe dice que después de 2018 esto se va a manifestar no simplemente en
un shock global de la oferta, sino
en un mundo en el que los combustibles fósiles baratos y de alta calidad serán
cada vez más difíciles de encontrar. Un posible escenario, es que para 2018 o
poco después, el mundo se enfrentará a una convergencia similar de crisis
globales similares a las que sucedieron una década antes.
En
2008, los shocks en el precio del
petróleo jugaron un papel clave en la creación de condiciones económicas previas
a la crisis, en las que los aumentos de los costes de la vida ayudaron a disparar
incumplimientos de deuda en los mercados de la vivienda.
En
2008, o poco después, las crisis económicas y energéticas llevaron a una subida
de los alimentos, de cuyos impactos todavía muchos países no se han recuperado
completamente.
2018
será probablemente el año de la crisis por otra razón. El 1 de enero de 2018 es
la fecha en la que entran en vigor una nueva serie de regulaciones, lo que limitará
la capacidad de los bancos para prestar y dará pie a que sólo presten dinero a
los mejores clientes, lo que podría acelerar las bancarrotas en todo el mundo.
Otras normas obligarán a los bancos a usar sus propias medidas internacionales
de evaluación de riesgos para el comercio de derivados.
La
introducción de una regulación similar en enero de 2008 creó las condiciones
para la caída financiera mundial.
Dos
años antes, un experto en finanzas globales, pronosticó que dicha
regulación interactuaría con la burbuja de la deuda para provocar un colapso de
la burbuja inmobiliaria global.
En algún momento
después de enero de 2018 vemos la probabilidad de una nueva crisis en los
sistemas energético, económico y alimentario similar a lo que ocurrió en 2008. El crash podría no producirse
exactamente en 2018. Podría ser más tarde. O podría dispararse antes.
Lo
que está claro es que la economía es muy vulnerable a las crisis financieras
por razones de las que los economistas convencionales no hablan: razones
relacionadas con el sistema energético del que la economía es básicamente
dependiente.
Ahora
que deberíamos estar en recuperación,
estamos en un periodo de transición en el que se está desvelando la
insostenibilidad de las estructuras industriales dominantes. Los ciclos de
crisis económica extendida son sintomáticos de un proceso sistémico global más
profundo. El siguiente crash es
un síntoma de un fallo de sistema global, y por tanto de la inevitable
transición a un futuro postcarbono postcapitalista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario