Es peor de lo que pensamos. Nuestro miedo por el calentamiento global a un aumento en el nivel del mar, ha cegado nuestra percepción de otras amenazas, mucho más cercanas. Los océanos en ascenso son una mala noticia pero no la peor.
Hasta hace poco, el permafrost no era una gran preocupación, porque, como su nombre indica, era un suelo que permanecía permanentemente congelado. Pero el permafrost ártico contiene 1,8 billones de toneladas de carbono, más del doble de lo que actualmente contiene la atmósfera de la Tierra. Si se derrite y libera, ese carbono se puede liberar como metano, que es 34 veces más poderoso que el dióxido de carbono.
Los datos de satélite muestran que el calentamiento global desde 1998 se produce a más del doble de velocidad de lo que se había pensado.
Dos grados de calentamiento solían considerarse el umbral de la catástrofe: Ahora, dos grados es nuestro objetivo. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU publica informes en serie, el más reciente proyecta que se alcanzarán los cuatro grados de calentamiento a principios del próximo siglo. Pero eso es solo una proyección media. El extremo superior de la curva de probabilidad indica hasta ocho grados. Además ningún programa plausible de reducción de emisiones por sí solo puede evitar el desastre climático.
Suponemos que el cambio climático golpeará más fuerte en otros lugares, y no en todas partes; la pequeñez (dos grados) de los números; la incomodidad de considerar un problema que es muy difícil, si no imposible, de resolver; la escala totalmente incomprensible de ese problema, que equivale a la perspectiva de nuestra propia aniquilación; miedo simple Pero la aversión que surge del miedo es una forma de negación también.
Los modelos son demasiado conservadores. Es probable que partes de la Tierra se vuelvan inhabitables y otras inhóspitas, a fines de este siglo.
Muerte por calor
Los humanos, como todos los mamíferos, para sobrevivir la temperatura debe ser lo suficientemente baja como para que el aire actúe como refrigerante. Con siete grados de calentamiento, eso sería imposible en grandes porciones de la banda ecuatorial del planeta, especialmente en los trópicos, donde la humedad contribuye al problema.
Los escépticos del cambio climático señalan que el planeta se ha calentado y enfriado muchas veces antes, pero la ventana climática que ha permitido la vida humana es muy estrecha, incluso para los estándares de la historia planetaria. Con 11 o 12 grados de calentamiento, más de la mitad de la población mundial, tal como se distribuye hoy, moriría por calor directo.
El factor clave es la temperatura de bulbo húmedo. En la actualidad, la mayoría de las regiones alcanzan un máximo de bulbo húmedo de 26 o 27 grados centígrados; la verdadera línea roja para la habitabilidad es de 35 grados. Pero lo que se llama estrés por calor llega mucho antes. Afortunadamente en las zonas tropicales el calentamiento previsto es mucho más pequeño que la media, además es posible que haya algún factor aún desconocido que limite el calentamiento en estas zonas. Como contrapartida ese calor se extenderá a regiones medias, limando las diferencias de temperatura entre diversas partes del mundo.
Se ha multiplicado por 50 el número de lugares que experimentan calor peligroso o extremo; Los cinco veranos más cálidos en Europa desde 1500 han ocurrido todos desde 2002.
Con dos grados de calentamiento, ciudades como Karachi y Calcuta se volverán casi inhabitables, encontrando anualmente olas de calor mortales como las de 2015. Con cuatro grados más, la ola de calor europea mortal de 2003, que mató hasta 2.000 personas por día, se convertirá en habitual.
Para finales de siglo, los meses más fríos en la zona tropical de Sudamérica, África y el Pacífico probablemente sean más cálidos que los meses más cálidos de finales del siglo XX.
Impacto en la agricultura
Una regla básica de productividad para los cultivos de cereales básicos cultivados a una temperatura óptima es que, por cada grado de calentamiento, los rendimientos disminuyen en un 10 por ciento. Algunas estimaciones llegan hasta 15 o incluso 17 por ciento.
Esto se aplica solo a las regiones que ya están en la temperatura máxima de crecimiento; teóricamente, un clima más cálido facilitará el cultivo de maíz en regiones que ahora son frías.
Los trópicos ya están demasiado calientes para cultivar cereales de manera eficiente, y los lugares donde se produce grano hoy ya están a una temperatura de crecimiento óptima, lo que significa que incluso un pequeño calentamiento los empujará la pendiente de la productividad decreciente. Y no se pueden mover fácilmente las tierras de cultivo al norte unos cientos de kilómetros, porque los rendimientos en lugares como el remoto Canadá y Rusia están limitados por la calidad del suelo; allí el clima frío lleva muchos siglos impidiendo que se produzca tierra fértil de manera óptima.
Lo mismo ocurrirá en Irak y Siria y en gran parte del resto del Medio Oriente; algunas de las partes más densamente pobladas de Australia, África y Sudamérica; y regiones productoras de grano de China. Ninguno de estos lugares, que hoy suministran gran parte de la comida del mundo, serán fuentes confiables de alimentos en el futuro. Esto no es una especulación, en verano de 2010 la ola de calor en Rusia obligó a cesar la exportación de trigo y esto se tradujo en un incremento del precio del trigo mundial que en los países más débiles y dependientes desembocó en protestas, levantamientos populares y manifestaciones que culminaron con la primavera árabe.
Sequías
La sequía podría ser un problema aún mayor que el calor, y algunas de las tierras más cultivables del mundo pasarán rápidamente a desierto. La precipitación es notoriamente difícil de modelar, sin embargo, las predicciones para finales de este siglo son sequías sin precedentes en casi todas partes se produce hoy en día alimentos. Para el año 2080, el sur de Europa sufrirá una sequía extrema y permanente.
En cuanto las sequías en las llanuras americanas y en el suroeste no serían peores que en la década de 1930, pero si serán peor que cualquier sequía en mil años, incluyendo las sucedidas entre los años entre 1100 y 1300, que "secó todos los ríos al este de las montañas de Sierra Nevada" y pudo haber sido responsable de la desaparición de la civilización Anasazi.
Incendios forestales
El cambio climático ha prolongado la temporada de incendios forestales (en los Estados Unidos, se ha incrementado en 78 días desde 1970). Para el año 2050, los incendios forestales serán el doble de destructivos que en la actualidad; en algunos lugares, el área quemada podría multiplicarse por cinco. Los incendios de las turberas en Indonesia en 1997, incrementaron la liberación mundial de CO2 hasta en un 40 por ciento. También existe la aterradora posibilidad de que las selvas tropicales como el Amazonas, que en 2010 sufrieron su segunda "sequía de cien años" en el espacio de cinco años, podrían secarse lo suficiente como para ser vulnerables a este tipo de devastadores incendios forestales no solo liberarían enormes cantidades de carbono a la atmósfera sino que también reducirían el tamaño del bosque.
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