Es peor de lo que pensamos. Nuestro miedo por el calentamiento global a un aumento en el nivel del mar, ha cegado nuestra percepción de otras amenazas, mucho más cercanas. Los océanos en ascenso son una mala noticia pero no la peor.
Hasta hace poco, el permafrost no era una gran preocupación, porque, como su nombre indica, era un suelo que permanecía permanentemente congelado. Pero el permafrost ártico contiene 1,8 billones de toneladas de carbono, más del doble de lo que actualmente contiene la atmósfera de la Tierra. Si se derrite y libera, ese carbono se puede liberar como metano, que es 34 veces más poderoso que el dióxido de carbono.
Los datos de satélite muestran que el calentamiento global desde 1998 se produce a más del doble de velocidad de lo que se había pensado.