Monte Perdido

Monte Perdido

domingo, 3 de abril de 2022

SOStenibilidad

La palabra de moda, ahora todo es sostenible, las ciudades, las empresas, las nuevas urbanizaciones, el turismo, las inversiones, los viajes, incluso hubo una época que se llegó a hablar de guerra sostenible!!!

Ahora los políticos cuando hablan, siempre acaban diciendo la palabra sostenible. “vamos a construir una urbanización sostenible, vamos a construir una autopista sostenible…etc”

Se utiliza tanto la palabra sostenible que ya ha perdido su significado, de hecho muy poca gente sabe, o mucho menos es consciente de su significado.

Según la RAE, sostenible es: Que se puede sostener.

Especialmente en ecología y economía, que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente.

sostenibilidad


Es decir, una actividad sostenible tiene que poder realizarse sin cambios durante miles de años.  Las palabras que más suelen asociar los políticos a sostenible es crecimiento o desarrollo. Todas sus frases acaban con crecimiento sostenible o desarrollo sostenible. Pero es un oxímoron o crecemos o nos sostenemos, o nos desarrollamos o nos sostenemos pero ambas cosas a la vez son imposibles.

Cualquier actividad que implique el uso de combustibles fósiles aunque sea marginalmente o de forma secundaria NO ES SOSTENIBLE por definición. El turismo es sostenible si lo hacemos en bicicleta (y a ver como fabricamos la bicicleta, especialmente las cubiertas de caucho) o en burro. El crecimiento nunca podrá ser sostenible en un planeta esférico, para que fuera sostenible necesitaríamos un planeta plano e infinito.

Las energías renovables tampoco son sostenibles a menos que las fabriquemos utilizando energías renovables, cosa hoy por hoy, es prácticamente imposible.

Y en estas hemos llegado a la situación actual en la que todos somos muy ecologistas y muy defensores del planeta (como si el planeta necesitara que alguien le defienda) pero cuando la gasolina se ha puesto a 2 € el litro (por su escasez, no por la guerra) nos ha faltado tiempo para volver a subvencionar con dinero público las energías fósiles y olvidarnos de la transición energética y del cambio climático.

Han bastado unos pocos céntimos de subida de los combustibles fósiles para ver como la economía industrial entera ha comenzado a entrar en colapso.

Los políticos y la mayoría de la gente (da igual la ideología o el país) nos han dejado claro que no tenían pensada ninguna transición energética, ni les interesa lo más mínimo el cambio climático ni nada. En definitiva, se les ha visto el plumero y no tenían un plan B.

En vez de gestionar la escasez se han puesto a subvencionar un modelo obsoleto y en decadencia con el único objetivo de volver a la senda del crecimiento.  

Intentar apuntalar un sistema en colapso sólo nos llevará a una caída más temprana y más dura. Es ahora cuando hay que pensar en crear una sociedad sostenible (sin crecimiento) y resiliente. En principio podríamos comenzar reduciendo un 80 % nuestra dependencia energética fomentando el teletrabajo,  creando una red de trenes de vía estrecha, movidos con aerogeneradores fabricados industrialmente con el poco petróleo y gas que aún queda y creando huertos urbanos lo más cerca posible de los lugares de consumo. Todavía es posible un modelo que tienda hacia la sostenibilidad sin dilapidar lo poco que nos queda.  Algo similar al periodo especial que vivieron los cubanos. 

Pero visto lo visto, hay que dar por hecho que el camino a seguir será el de continuar apuntalando un sistema en colapso, subvencionando nuestra propia ruina  y haciendo  guerras por los últimos recursos.

 

 

domingo, 20 de marzo de 2022

El colapso de la civilización industrial II

 Este texto fue escrito unos años antes de la pandemia, de la guerra de Ucrania, del alza de precios y escasez de productos. Describe bastante bien hacia donde vamos y porqué. Y me hace pensar si el objetivo de Rusia en la invasión de Ucrania no será quedarse con sus tierras de cultivo y ya de paso dejar de exportar gas y petróleo a occidente, precisamente con el objetivo de quedarse para sí las últimas reservas.

La foto que acompaña este texto ya no es un montaje como la de la primera parte.

El colapso de la civilización industrial II


 Aquí el texto original adaptado.

 ¿Qué fases tendrá, qué profundidad alcanzará, cuánto durará

y a qué velocidad se producirá el colapso?


La quiebra de la civilización industrial no ocurrirá de forma súbita y total, sino

que será un proceso largo, complejo y diferencial, con altibajos.


Colapso del capitalismo global y civilizatorio

nuevas crisis que terminarán en una mayor degradación de la complejidad. el declive de la sociedad industrial se parecerá más a “una piedra rodando por una pendiente irregular que cayendo por un precipicio”. Así, se irá pasando de lo complejo, grande, rápido y centralizado, a lo sencillo, pequeño, lento y descentralizado. Todo ello trufado de irreversibilidades.

Los distintos sistemas no colapsarán a la vez, sino que serán los elementos más vulnerables los que lo hagan primero y, a partir de ellos, se irá extendiendo el proceso mediante múltiples bucles de realimentación positiva que irán produciendo irreversibilidades que imposibilitarán la vuela atrás en el cambio civilizatorio. Aunque no habrá una secuencia clara, sino una maraña de procesos interconectados en paralelo,

 

 i). Fin de la energía abundante y concentrada, como primera manifestación de la degradación de la biosfera, que se irá profundizando durante el siglo XXI.

 

ii). Derrumbe monetario-financiero. Crisis de la banca, los mercados especulativos y el crédito. También de las monedas globales.

 

iii). Desglobalización y decrecimiento. La energía escasa y el estrangulamiento del crédito ahogarán el comercio, especialmente el internacional. La economía se relocalizará y se empezará a producir un cambio del metabolismo social.

 

iv). Nuevo  orden geopolítico. Guerras por los recursos y regionalización.

 

v). Quiebra del Estado fosilista. El sistema político actual no será capaz de seguir funcionando y perderá su legitimidad. El Estado se reconfigurará y, en algunos territorios, desaparecerá.

 

vi). Reducción demográfica por las crisis alimentaria y sanitaria, y por guerras. Esta será una de las etapas lentas que empezará con el agravamiento de la crisis económica, de las condiciones ambientales y de los cuidados, pero que se irá profundizando conforme transcurran nuevas fases.

 

vii). Desmoronamiento de lo urbano. Sin orden económico globalizado, Estados

fuertes, ni energía abundante, las grandes urbes serán abandonadas progresivamente, convirtiéndose en minas y aumentando los huertos urbanos.

 

viii). Incapacidad de sostener la alta tecnología. Pérdida masiva de información y de conocimientos. Esta etapa será lenta y se irá produciendo tras el derrumbe

de la economía global.

 

ix). Cambio de los valores dominantes. Final del mito del progreso y eclosión de

nuevos referentes en los que la sostenibilidad y una vuelta a una concepción

más colectiva de la existencia serán elementos centrales, lo que no implicará

necesariamente mayor liberación humana.

 

 

El doloroso y largo declive alumbrará sociedades radicalmente distintas

De todo ello, surgirán nuevas luchas y articulaciones sociales que se moverán entre neofascismos o respuestas autoritarias, y cuidados de la vida ecomunitarios. En cualquier caso, los nuevos órdenes sociales no cuajarán hasta que el conjunto social no haya cambiado de “dioses”.

 

Aunque muchos de los procesos ya han comenzado (fin de la energía abundante, quiebra financiera, crisis del comercio global, nuevo orden geopolítico, deslegitimación de los Estados)  alrededor de 2030, se producirá un punto de inflexión en el colapso de la civilización industrial como consecuencia de la imposibilidad de evitar una caída brusca del flujo energético. Ya vimos que, alrededor de esta fecha, si no antes, se producirá el pico de los tres combustibles fósiles y del uranio. Si se considera la TRE, en 2030 la energía proveniente del petróleo podría ser un 15% de la del cénit. Además, es probable que Arabia Saudí deje de exportar crudo para entonces, mientras muchos otros países lo habrán hecho antes. A partir de ese momento, será materialmente imposible que funcione un sistema económico global. Y ya hemos analizado que no hay sustituto energético posible al petróleo convencional y menos al conjunto de los combustibles fósiles. Por si esto fuera poco, para 2030 se podrían haber superado los umbrales que disparen el cambio climático hacia otro estado de equilibrio del sistema Tierra notablemente más cálido, aunque, si la crisis económica fuese muy profunda y rápida, esto último pudiera no ocurrir.

 

Hasta ese momento, se intentarán mantener las mismas políticas de crecimiento, eso sí, actualizadas y condicionadas por las circunstancias. Seguirán los escenarios business as usual y “capitalismo verde”. En realidad, será solo uno: un business as usual con algún tinte de transición posfosilista, pero no poscapitalista. Los descensos reales de la disponibilidad de combustibles fósiles serán más acusados que los esperables por causas geológicas. Además, su disponibilidad en los mercados internacionales será menor que la extracción, porque progresivamente habrá más países que dejen de exportar. Por ello, irá avanzando la desglobalización. Los Estados que puedan, entrarán en una guerra interna y externa por el sostén de su estructura, intentando controlar a la población y los recursos básicos. El mantenimiento de estas políticas suicidas conllevará que el colapso sea más brusco a partir de ese punto de inflexión que, como decimos, puede estar alrededor de 2030.

Mientras, en los mundos campesinos e indígenas menos alterados, donde ya se está en parte en un metabolismo no fosilista, el colapso será mucho menos brusco y los impactos menos duros. Incluso habrá regiones que sientan aliviada la presión política y económica que sufren. Aunque la lucha por sus recursos naturales seguirá siendo fuerte. Más allá de este punto de inflexión, el carbón estará poco disponible y se exportará cada vez menos, aunque más que el gas, que estará claramente en declive. El comercio internacional de petróleo casi desaparecerá. En ese contexto, el capitalismo y sus posibles derivados ya solo podrán mantenerse precariamente en base a la violencia. Será a partir de entonces cuando será más evidente el Largo Declive en  el que se sumirán las sociedades.

 

Creemos que las sociedades ecomunitarias solo podrán desarrollarse, más allá de experiencias pequeñas o en espacios no modernizados, cuando se haya producido la quiebra de los poderes económicos y políticos, más allá de la década de 2030. Es decir, que antes de tener una oportunidad real de cambio ecomunitario habrá una etapa dura de destrucción social. El quehacer de los movimientos sociales en esa fase será clave para sembrar los proyectos que podrán aflorar luego, posibilitar las condiciones sociales para que esto sea factible y hacer que el colapso sea lo menos profundo posible, sobre todo a nivel ecosistémico. Sin este trabajo, es improbable que puedan surgir estas nuevas sociedades emacipadoras. Tampoco lo tendrán fácil después, aunque el contexto les dará más oportunidades. Cuajarán una gran diversidad de organizaciones sociales situadas entre ecofascismos o autoritarismos, y ecomunitarismos. Por ello, además de analizar cada una de las etapas. Por supuesto, el año 20230 se debe entender como una referencia estimativa. Lo más relevante no es si este punto será en la década de 2030 o de 2040, sino los procesos que se desencadenarán y que los vivirá gran parte de la población actual. A este punto de inflexión lo denominamos Bifurcación de Quiebra.

 

Todo el proceso será largo, pues el grado de extralimitación es muy grande y la

pérdida de complejidad será muy alta. La total reorganización social que se producirá durante el Largo Declive podrá durar unos 200 años, un periodo parecido al que tardó la civilización industrial en llegar a su cénit. O incluso más, pues los nuevos equilibrios ecosistémicos no estarán constituidos para entonces. El sistema climático puede tardar miles de años en estabilizarse y no son descartables escenarios catastróficos de pérdida de funciones ecosistémicas y desorden total de las redes de la vida.

 

Durante mucho tiempo, el ser humano no tendrá capacidad (ni probablemente voluntad) de realizar nuevos impactos destructores sobre el entorno: su población bajará, el consumo per cápita también, y su tecnología tendrá menos potencia y se basará en energías y materiales renovables.

La velocidad del colapso de los sistemas complejos depende del grado de integración de sus nodos y de la velocidad de funcionamiento de todo el sistema. A más integración y más velocidad, mayor celeridad. En el pasado, los colapsos societarios fueron relativamente lentos, como su metabolismo. El Largo Declive será rápido.

Como media, las civilizaciones han necesitado 500-1.000 años para expandirse y 100-300 para caer.

 

El doloroso Largo Declive alumbrará sociedades radicalmente distintas

 

Al principio (quiebra de la economía financiera y productiva global) pero, más allá de la Bifurcación de Quiebra, transcurrirá con más lentitud (desmoronamiento de lo urbano, quiebra del Estado fosilista) y el ritmo irá siendo más (cambio de subjetividades) y más (reorganización ecosistémica y climática) pausado. Además, el proceso tendrá distintas velocidades en los diferentes territorios, de igual modo que la transición del metabolismo forrajero al agrícola no se ha terminado de completar todavía (aunque casi) y el del agrícola al fósil sigue produciéndose.

La velocidad no será irrelevante pues “un descenso rápido implica:

 

i) Un descenso poblacional rápido (quiebra de sistemas de salud, guerras, epidemias…), pero no necesariamente más profundo.

 

ii) Más riesgo de guerras atómicas o químicas masivas.

 

iii)Menos caos climático y pérdida de biodiversidad y de funciones ecosistémicas (salvo guerras atómicas o químicas masivas).

 

 iv) Menos impacto sobre la biomasa (si el descenso es lento habrá una fuerte deforestación que durará más que si este es rápido y con menos población).

 

v) No sufrirán tantas generaciones humanas, pero será durísimo para las dos siguientes.

 

 vi) Menos riesgos de olvidar (la ciencia, la técnica, las razones que llevaron al desastre)”


 vii) Una desestabilización de los agrosistemas más profunda.  

Aquí la tercera parte.

Referencia: En la espiral de la energía Volumen II

sábado, 11 de diciembre de 2021

El colapso de la civilización industrial

El sistema socioeconómico actual tiene elementos de resiliencia importantes. Uno es que la alta conectividad aumenta la capacidad de responder rápido ante los desafíos. Por ejemplo, si falla la cosecha en una región, el suministro alimentario se puede garantizar desde otro lugar del planeta  y lo mismo se podría decir de una parte sustancial del sistema industrial.

El colapso de la civilización industrial


Sin embargo, la conectividad también incrementa la vulnerabilidad del sistema, ya que, a partir de un umbral, no se pueden afrontar los desafíos y el colapso de distintas partes afecta al conjunto. El sistema funciona como un todo interdependiente y no como partes aisladas que puedan sobrevivir solas.

A partir de un elemento cualquiera, como la falta de accesibilidad a gas y petróleo, esta carencia se transmite al conjunto. En este sentido, demasiadas interconexiones entre sistemas inestables pueden producir por sí mismas una cascada de fallos sistémicos.

Una mayor conectividad implica que hay más nodos en los que se puede desencadenar el colapso. A esto se añade que el sistema económico altamente tecnologizado depende cada vez de más materiales, de forma que la posibilidad de que falle uno de ellos aumenta y, con ello, el riesgo sistémico. Esto es una aplicación de la ley del mínimo de Liebig, según la cual el recurso disponible en menor cantidad determina todo lo demás. Como estamos viendo ahora con la escasez de microchips.

Pero el capitalismo global no solo está interconectado, sino que es una red con unos pocos nodos centrales. El colapso de alguno de ellos sería casi imposible de subsanar y se transmitiría al resto del sistema. Algunos ejemplos son:

 

i)      Todo el entramado económico depende de la creación de dinero (crédito) por los bancos, en concreto de aquellos que son “demasiado grandes para caer”.

 

ii)  La producción en cadenas globales dominadas por unas pocas multinacionales hace que la economía dependa del mercado mundial. Estas cadenas funcionan just in time (con poco almacenaje), son fuertemente dependientes del crédito, de la energía barata y de muchos materiales distintos. Esto ha provocado el atasco logístico del que aún no hemos salido y no parece que vayamos a  salir ya nunca.

 

iii)     Las ciudades son espacios de alta vulnerabilidad por su dependencia de todo tipo de recursos externos que solo pueden adquirir gracias a grandes cantidades de energía  concentrada y a un sistema económico que permita la succión de riqueza. Pero, a su vez, son un agente clave de todo el entramado tecnológico, social y económico.


En esta maraña interconectada, el colapso  no tendrá una única causa, sino que se producirá por la incapacidad del sistema de solventar una multiplicación de desafíos en distintos planos en una situación de falta de resiliencia: colapsos de Estados, crisis monetarias y financieras, bloqueo de infraestructuras (caída de la red eléctrica , huelgas en el transporte), alzas en los precios de la energía  o de determinados materiales,  etc.

El colapso se da en situaciones de altos niveles de estrés en distintos planos del sistema. Esto fue lo que le sucedió al Imperio romano y a la civilización maya. Por lo tanto, la conectividad jerarquizada es un elemento intrínseco del capitalismo fosilista globalizado que lo hace más vulnerable, aunque no es la única causa de esta vulnerabilidad. Una segunda es la velocidad. En una sociedad capitalista, el beneficio a corto plazo es lo primero. Y estos beneficios se evalúan en tiempos cada vez menores: año, trimestre, semana, día, hora. Esto implica que la capacidad de previsión y de proyección futura sea poca. Además, el capitalismo necesita crecer de forma acelerada.

Un tercer elemento de debilidad es que la sociedad capitalista globalizada se ha convertido en una potente extractora de recursos del planeta, eliminando el colchón con el que afrontar los desafíos que tiene por delante. Bajo esta mirada, las sociedades del pasado eran mucho menos vulnerables a un cambio climático y, sin embargo, este fue el detonante de fuertes transformaciones. A esto se suma la ley de rendimientos decrecientes, que se ejemplifica en que la TRE de los combustibles fósiles no convencionales y las fuentes alternativas se sitúan dentro del “precipicio energético”, haciendo imposible el sostenimiento de la complejidad actual.

La probabilidad del colapso también depende de las tecnologías que se utilicen. Por ejemplo, una tormenta solar no produciría efectos en una sociedad agraria y, en cambio, sería devastadora en una sociedad hipertecnificada, al afectar a los sistemas de comunicación vía satélite y a los aparatos electrónicos. Así, la caída del sistema eléctrico será desastrosa.

No hay tiempo para una transición ordenada que pueda esquivar el colapso. El cambio de la matriz energética conlleva décadas en un escenario de disponibilidad energética al alza.

Una vez asentado un modo de vida urbano, una economía mundializada, un consumo material en aumento y un tamaño poblacional alto, desengancharse del consumo energético que conllevan, requiere un gran cambio civilizatorio.

Ante todo esto, se plantea (más con el corazón que con el cerebro) que el intelecto humano será capaz de esquivar el colapso. Para ello, una de las herramientas principales serán los avances tecnológicos.

El cerebro humano tiene limitaciones para comprender lo sistémico, lo remoto y lo lento y aún más las evoluciones exponenciales, lo cual no quiere decir que no pueda intuirlas y comprenderlas rudimentariamente. Además, los seres humanos reaccionan adecuadamente cuando el límite a partir del cual un comportamiento seguro se torna en peligroso está bien definido, incluso aunque los riesgos no lo estén; pero el colapso de la civilización industrial está plagado de umbrales de difícil definición. Así, se entrará en situaciones de no retorno sin notarlo y, cuando esto suceda, los cambios serán rápidos e imparables.

El colapso de una civilización dura muchas décadas y la reducción es bastante paulatina para la percepción humana, aunque en términos históricos sea rápida. Al principio, las señales son difíciles de percibir para la mayoría de la sociedad; después, se tiende a pensar que cualquier periodo de estabilidad significa que el colapso se ha detenido; finalmente, cuando se acumula la degradación social, este es el estado que se percibe como “natural”. Una prueba histórica de esta incapacidad de las sociedades humanas es que muy pocas, o quizá ninguna, han sido conscientes de que entraban en una crisis civilizatoria. Los grandes cambios en los sistemas socioeconómicos son considerados como tales retrospectivamente. En el caso del Imperio romano, la población no pareció ser consciente de todo el proceso. Sí de las derrotas militares, pero no de la situación de fondo.

Aquí la segunda parte.

Aquí la tercera parte

Referencia: En la espiral de la energía Volumen II

 

 

sábado, 2 de octubre de 2021

La gran escasez

 Ya la tenemos aquí, ya está encima.

Después de décadas advirtiéndola unos e ignorándola otros, ya está aquí:  La gran escasez.

Cuando el matrimonio Meadows nos advirtió en 1972 en el club de Roma sobre los límites del crecimiento, el establishment mediático mundial se abalanzó sobre ellos, para desmontar inmediatamente sus hipótesis descabelladas, igual que ya se hiciera anteriormente con las teorías de Malthus

El atrevimiento de los Meadows consistió en decir que pasadas pocas décadas del comienzo del siglo XXI, los recursos naturales comenzarían a dar signos de agotamiento, llevando al traste la aún mas descabellada y absurda idea del capitalismo occidental del crecimiento infinito.

Los límites del crecimiento

El caso es que ya estamos bien entrados en el siglo XXI y tal y como predijeron los Meadows, comienza a escasear el petróleo, el gas natural, el carbón, las tierras raras, etc. en definitiva comienzan a escasear los recursos naturales y con ellos empieza a haber escasez de todo.

Uno de los productos más críticos para la sociedad industrial que comienza a escasear es el diésel, pues sin él, no hay transporte y sin transporte tenemos el atasco logístico tan de moda ahora.

Producción mundial gasóleo y diésel


Como siempre, la escasez se considera algo "coyuntural" y se echan las culpas a  los cierres temporales de fábricas por la pandemia. Esto se dijo concretamente sobre la escasez de microprocesadores en febrero de 2021. Pero ya estamos en octubre y lejos de remitir, la escasez de microprocesadores se está agravando.
Los precios de la electricidad suben exponencialmente y los del transporte de contenedores también.

Este post no ha hecho más que comenzar y ya van demasiadas cosas y demasiado importantes como para parecer algo coyuntural. Además la escasez de energía está provocando la escasez de todo lo demás, como madera, palets para el transporte, aluminio, y pronto alimentos por el aumento de los precios de transporte y el cierre de fábricas de fertilizantes. China, la fábrica del mundo, a pesar de sus tasas de crecimiento superiores al 6%, también está ajustándose a los límites del crecimiento, teniendo que cerrar fábricas por falta de electricidad.

Reino Unido, gracias al Brexit tiene una coyuntura que lo hace algo más propenso que el resto de Europa a sufrir escasez, así que podemos decir que va unos meses o ¿semanas? por delante del resto de Europa y del mundo. El caso, es que lo que se está viviendo ya en Reino Unido, da miedo.

Las energías renovables no nos sacarán de esta, las placas solares y los aerogeneradores también se fabrican en grandes industrias donde la escasez de casi todo también ha llegado, concretamente los aerogeneradores utilizan gran cantidad de tierras raras, también escasas.

Seguramente me he dejado muchas más cosas que ya escasean, en realidad ya casi escasea de todo y se irá agravando. No hace falta tener una bola de cristal para saberlo, bastan las matemáticas de secundaria: no se puede crecer indefinidamente en un mundo con recursos limitados. Ya hemos tocado los límites del crecimiento, ya están aquí. 

El capitalismo se basa en el crecimiento, así que tenemos a las puertas la mayor recesión jamás vista con el consiguiente desplome de los mercados de valores y la consiguiente crisis económica, esta si, esta ya no acabará nunca. No caigamos en el error de pensar que será "un bache" o algo cíclico.

Esta crisis va tan rápido, que cada día hay muchas noticias nuevas y cada vez más inquietantes. Aquí me hago eco de sólo algunas de ellas.

Muchos medios de comunicación hablan de esta crisis como algo coyuntural , algo que se resolverá pronto, y la confunden con el atasco logístico debido a la pandemia. Son dos cosas interrelacionadas pero completamente diferentes.
comparto un par de enlaces bastante esclarecedores que no se ciegan en el atasco logístico y ven más allá: 



Y a continuación ordenados por fecha, otros enlaces a noticias relacionadas con este tema.






28-10-2021 Programa "Horizonte" de canal Cuatro  El gran apagón 

4-11-2021  Programa "Horizonte" de canal Cuatro Desabastecimiento