Monte Perdido

Monte Perdido

sábado, 24 de septiembre de 2022

El glaciar del Monte Perdido sobrevivió al óptimo climático medieval

De vez en cuando, surge la controversia sobre si la desaparición de los glaciares pirenaicos es algo excepcional o por el contrario, al considerarse un fenómeno relicto de la pequeña edad del hielo PEH (entre los años 1300 y 1850 de nuestra era)  y con el fin de esta, están condenados a desaparecer. En el centro de la controversia estaba la duda de si durante el óptimo climático medieval (entre el año 900 y el 1300 de nuestra era) las condiciones benignas del tiempo fueron tales que dichos glaciares no existían y por tanto su desaparición no debería preocuparnos. 

Pues bien, un reciente estudio en el glaciar del Monte Perdido ha encontrado que este glaciar sobrevivió a dicho periodo y no sólo eso, sino que también sobrevivió a otro período cálido hacia la época romana (entre los años 0 y 500 de nuestra era), lo que  pone de manifiesto que el glaciar del Monte Perdido ha estado aquí desde al menos desde la época neoglacial, hace entre 5000 y 6000 años.

 

Glaciar del Monte Perdido durante el neoglaciar

Posible aspecto que presentaría el glaciar del Monte Perdido hace unos 6000 años en la época neoglaciar, visto desde el pico Robiñera.  Recreación realizada con la inteligencia artificial 
Gaugan2.

Los glaciares de montaña son sensibles a las variaciones climáticas en escalas temporales de décadas a siglos. La temperatura de verano y la precipitación de invierno son los parámetros climáticos más importantes que influyen en el balance de masa de los glaciares. Por lo tanto, los registros continuos de las fluctuaciones del tamaño de los glaciares en el pasado brindan información valiosa sobre el momento y la magnitud de los cambios climáticos del Holoceno, que contribuyen a explicar las características y la evolución de la cubierta vegetal, los movimientos humanos y el uso de la tierra. Se han identificado varios avances de glaciares durante el Neoglacial (que comenzó hace alrededor de 6000–5000 años) y se asociaron con períodos de enfriamiento sostenidos en todo el Atlántico Norte. El período más reciente de expansión global de los glaciares tuvo lugar durante la Pequeña Edad de Hielo (PEH), comenzando en el siglo XIII y alcanzando un máximo entre los siglos XVII y XIX. Posteriormente, la mayoría de los glaciares de todo el mundo retrocedieron rápidamente, como lo indican las mediciones de los cambios en el volumen de hielo y el área cubierta de hielo, y esta tendencia parece haberse acelerado en las últimas 3 décadas. 

 

Glaciar del Monte Perdido durante el neoglaciar
Posible aspecto que presentaría el glaciar del Monte Perdido hace unos 6000 años en la época neoglaciar. Foto procesada con Photoshop por el autor.

A pesar del amplio acuerdo sobre las tendencias a escala milenaria en las fluctuaciones de los glaciares globales y la variabilidad climática del Holoceno, las variaciones regionales no están tan bien restringidas. Los Pirineos es una cadena montañosa que actualmente alberga la mayoría de los glaciares más meridionales de Europa. En esta cadena montañosa existe un importante desconocimiento sobre las fluctuaciones glaciares del Holoceno, con poca evidencia de avances neoglaciales. Según las cronologías de los anillos de los árboles pirenaicos, se ha estimado que las temperaturas de verano durante la Anomalía Climática Medieval (ACM; alrededor de 900–1300) fueron tan cálidas como las del siglo XX, pero no hay información disponible sobre la respuesta de los glaciares al calentamiento de la ACM. Por el contrario, el avance de los glaciares durante el PEH está bien documentado en los Pirineos, y también se evidencia una importante desglaciación en tiempos más recientes. En concreto, el periodo desde los años 80 hasta la actualidad ha sido el más intenso en cuanto al número de glaciares desaparecidos (de 39 glaciares pirenaicos inventariados en 1984 a 19 en la actualidad).  

Dado el pequeño tamaño de los glaciares pirenaicos y su actual situación crítica en el contexto del calentamiento global, se plantea la hipótesis de que podrían haber desaparecido por completo durante periodos cálidos como la ACM.

El estudio se centra en el Glaciar de Monte Perdido, situado en el Circo de Marboré en el Pirineo Central español. Es actualmente uno de los glaciares pequeños (< 0.5 km2) más intensamente monitoreados a nivel mundial. Investigaciones previas basadas en diferentes técnicas de teledetección terrestres han demostrado un rápido retroceso de este glaciar, con una pérdida promedio de espesor de hielo de alrededor de 1 m por año desde 1981. Este glaciar se encuentra en uno de los pocos valles de los Pirineos donde existe información sobre las fluctuaciones glaciares del Holoceno. La morrena más externa del Circo de Marboré ha sido fechada recientemente en 6900 ± 800 años, que es la fecha holocena más antigua disponible para depósitos glaciares en España, e indica un avance glaciar durante el período neoglacial. Otros avances menores habrían ocurrido antes de la PEH, como se infiere de tres superficies pulidas fechadas en 3500 ± 400, 2500 ± 300 y 1100 ± 100 años. Desafortunadamente, no se ha obtenido información sobre la respuesta del glaciar a los períodos de calentamiento romano o en la ACM, lo que deja abierta la pregunta de si el glaciar solo experimentó una pérdida significativa de hielo o si se derritió por completo. Lo más probable es que la voluminosa morrena al pie del macizo de Monte Perdido se haya depositado durante el PEH, indicando un importante avance glaciar. Estos resultados, junto con la evidencia de un retroceso a largo plazo de su posición PEH indicado por imágenes y morrenas, sugieren que este glaciar podría desaparecer en las próximas décadas.

 

Glaciar del monte perdido en la época romana
El aspecto del glaciar durante el periodo romano debió de ser muy parecido al de esta foto de Lucient Briet de 1898 (Museo pirenaico de Lourdes y coloreada con IA Palette)

Área de estudio

Este glaciar (42∘40′50′′ N, 0∘02′15′′ E) se encuentra en el Pirineo Central Español, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Actualmente consta de dos cuerpos de hielo separados, que estaban conectados en el pasado. Ambos están orientados al norte, se encuentran en planos estructurales debajo de la cumbre principal del pico Monte Perdido (3355 m s.n.m.) y están rodeados por acantilados casi verticales de 500–800 m de altura en condiciones de permafrost de montaña. En la base de los acantilados, el Cinca fluye directamente desde el glaciar y las laderas circundantes y ha creado una cuenca longitudinal de oeste a este llamada circo de Marboré (5,8 km2). Es la zona de los Pirineos con mayor variedad de depósitos morrénicos recientes. Adicionalmente, un núcleo de sedimento de 6 m de espesor obtenido en 2011 de un lago dentro del circo (Lago Marboré) proporcionó información valiosa de los últimos 14 600 años de la evolución depositacional del lago y de las variaciones regionales en la cobertura vegetal. El Lago Marboré (2595 m s.n.m.) está ubicado en el Circo Marboré, o Tucarroya, al pie del macizo de Monte Perdido. La distancia entre el lago y el glaciar es de aproximadamente 1300 m y, por lo tanto, ambos se han visto afectados por cambios climáticos similares en el pasado.

La superficie total del glaciar en 2016 era de 0,385 km2, con una disminución promedio del espesor del hielo glaciar de 6,1 m durante el período 2011-2017. Según mediciones recientes de la temperatura del aire (julio de 2014 a octubre de 2017), la isoterma de 0 ∘C se encuentra a 2945 m s.n.m., lo que sugiere que el área potencial de acumulación de glaciares es muy pequeña, quizás inexistente, durante los años cálidos. La temperatura promedio de verano (junio a septiembre) al pie del glaciar de 2014 a 2017 fue de 7.3 ∘C. No se dispone de observaciones directas de precipitación del glaciar, pero la nieve acumulada máxima a fines de abril en los 3 años disponibles (2014, 2015 y 2017, cuando no ocurrieron limitaciones de escaneo cuando se escaneó todo el glaciar) fue de 3.23 m, y la densidad de nieve promedio medida fue de 454 kg /m3, lo que indica que el equivalente total de agua durante el principal período de acumulación (octubre a abril) ha sido recientemente de aproximadamente 1,5 m

 

Glaciar del Monte perdido en la baja edad media
Posible aspecto del glaciar durante la baja edad media (época oscura años 500 a 900 de nuestra era) Fotografía de Escartín entre 1926 y 1934 Fototeca de la diputación de Huesca, coloreada con IA Palette y tratada con Photoshop

Modelo cronológico

Para datar la secuencia de hielo del glaciar, se han compilado resultados de los muestreos de los isótopos Cesio 137, Plomo 210 y Carbono 14. La ausencia de actividad de 210Pb en las muestras analizadas sugiere que las muestras de hielo probablemente tenían más de 100 años y que el 210Pb se había descompuesto por completo. 

Se han utilizado los valores medios de concentración de elementos mayoritarios y oligoelementos obtenidos actualmente en una estación de monitorización situada en el yacimiento de Ordesa a 8 km del glaciar, a 1190 m s.n.m. donde se muestrea mensualmente el material particulado atmosférico depositado. Curiosamente, los elementos que hoy en día abundan en la estación de Ordesa no son tan frecuentes en el hielo del glaciar. Indicadores como las concentraciones de carbono orgánico, Zn, Se y Cd, todos los cuales son posibles indicadores de las emisiones antropogénicas actuales, son mucho más altos en las muestras de Ordesa, que son representativas de la atmósfera actual, que en las muestras de hielo del glaciar. De hecho, resultados similares aparecen cuando se comparan con otros glaciares de Europa donde algunos elementos (por ejemplo, Zn, Ag, Bi, Sb y Cd) están muy por encima del valor de la corteza, lo que demuestra el predominio de depósitos no corticales y que sugieren un origen antropogénico. La baja concentración de esos elementos en las muestras del glaciar podría indicar su desaparición de las capas superficiales del glaciar debido al derretimiento continuo. Esto indica que ha desaparecido el hielo  de las edades del período industrial. 

Glaciar del monte perdido a lo largo de la historia
Cortes geomórficos esquemáticos (de sur a norte) tomados del circo de Marboré, que muestran la reconstrucción tentativa del glaciar durante las seis etapas principales discutidas en el texto. (a) Período neoglacial (hace 5000–6000 años) donde se indica la morrena neoglacial. Esta figura representa el estado de máximo avance glaciar durante el período Neoglacial. (b) Período romano (años 0–500) cuando se muestra que el glaciar se ha retirado considerablemente. (c) Edad Oscura (años 500–900). (d) Anomalía climática medieval (años 900–1300), un período en el que el glaciar retrocedió y la ablación provocó una concentración de escombros (la línea discontinua apunta a resaltar la importancia de los procesos de fusión). (e) Pequeña Edad de Hielo (años 1300–1850), con el glaciar alcanzando la posición de las morrenas de la PEH, por lo tanto representada en su máximo avance durante ese período. (f) Situación actual caracterizada por el glaciar dividido en dos cuerpos de hielo, sin hielo remanente de la PEH y pendientes muy pronunciadas (corte de muestreo indicado con una línea roja).

Datación de la secuencia de hielo del glaciar Monte Perdido 

El modelo profundidad-edad sugiere que el glaciar está compuesto de hielo de hasta ∼ 2000 años y que la historia posterior del glaciar ha involucrado tres períodos principales. El período I fue una fase de acumulación desde el año 0 al 700. El período II representa una fase dominada por la ablación de 700 a 1200, que corresponde al intervalo de la capa oscura rica donde se concentran más fechas. El Período III corresponde a una nueva fase de acumulación de 1200 a 1400. Este último período concuerda bien con un aumento en los episodios de lluvia intensa durante la estación fría (octubre-mayo) en el sur de los Pirineos Centrales entre 1164 y 1414, lo que probablemente resultó en una mayor acumulación de nieve en las zonas altas. -áreas de elevación, lo que lleva a una acumulación neta en el glaciar. Finalmente, no se formó hielo durante al menos los últimos 600 años en el glaciar. Esto indica que el hielo de la PEH se ha derretido, lo que apunta a un período de intensa pérdida de masa desde 1850.

La falta de un pico de Pb / Al que caracterice el período industrial en la secuencia superior del registro glaciar, donde se analizaron varias muestras, respalda la ausencia de registros de los últimos 2 siglos en el glaciar, de acuerdo con los resultados de los análisis de 210Pb y 137Cs. Lo que respalda el modelo de profundidad-edad para el registro glaciar donde faltan los últimos 6 siglos de deposición de hielo.

Evolución del glaciar Monte Perdido en los últimos 2000 años 

El hielo analizado brinda información valiosa sobre la evolución del glaciar en los últimos 2 milenios, lo que merece consideración en el contexto regional. Según los resultados publicados, la información paleoclimática más antigua del Circo Marboré proviene del Lago Marboré, ya que en el circo no se han encontrado depósitos glaciares correspondientes al Pleistoceno superior. Existe evidencia sedimentológica de que el lago Marboré ya había estado libre de hielo desde hace unos 14 600–12 900 años, cuando se depositaron sedimentos clásticos en la cuenca del lago. Esto es coherente con la secuencia glaciolacustre cercana de La Larri que mostró que el glaciar Pineta principal ya se había retirado más arriba en la cabecera por 11 mil años. De hecho, los estudios glaciológicos realizados en los Pirineos Centrales confirman el retroceso repentino de los glaciares durante este período, cuando se reducían a pequeñas lenguas de hielo o glaciares de circo. El siguiente dato proviene de la morrena más externa que data de 6900 ± 800 años. Correspondiente al avance neoglacial, periodo frío identificado en los sedimentos del lago Marboré. Otros avances menores habrían ocurrido en el glaciar antes de la PEH, como se infiere de tres superficies pulidas fechadas con el isótopo Cloro 36 hace 3500 ± 400, 2500 ± 300 y 1100 ± 100  años.

Con la nueva cronología del registro del glaciar, podemos asegurar que este ha persistido al menos desde el periodo romano (hace unos 2000 años). En ese momento, que es un período cálido bien conocido en la Península Ibérica, ya que se registra tanto en continental, como marino, el glaciar todavía estaba presente pero probablemente más pequeño que durante los tiempos neoglaciales anteriores (ver figura anterior partes a y b). Esta situación probablemente continuó durante el siguiente período frío, la Edad Oscura ( parte c), cuando el glaciar avanzó como lo indica la superficie pulida fechada en 1100 ± 100 años. En los Alpes, las reconstrucciones basadas en la datación de árboles encontrados dentro y al borde de los campos delanteros de los glaciares han revelado una extensión mínima de los glaciares durante la Edad del Hierro y el periodo romano, cuando se estimó que los glaciares eran más pequeños que durante la Edad del Hierro. Posteriormente, a finales del periodo romano y principios de la Edad Media, numerosos glaciares en los Alpes avanzaron, también. La anomalía climática medieval (ACM; 900–1300 ) es la era cálida preindustrial más reciente en Europa. Por ejemplo, en los Alpes se ha observado un retroceso general de los glaciares durante este período, asociado principalmente con una disminución de las precipitaciones). El glaciar experimentó un retroceso dramático durante ese período (Parte d), incluido el derretimiento completo de algunos glaciares menores en el circo de  Marboré

Sin embargo, durante la anomalía climática medieval, se conservó parte del glaciar, ya que se encontró hielo de los años de 0 a 700. Sin duda, la pérdida de hielo fue significativa, como lo demuestra la acumulación de estratos oscuros durante un largo intervalo de tiempo (años 600–1200) y los solo 6 m de hielo que quedaron de ese período. El glaciar estuvo dominado por procesos de ablación durante la edad media. Es evidente que al final de la edad media, en el glaciar  aún se conserva hielo de este periodo (parte d). Es difícil confirmar si el hielo basal de la época neoglacial todavía está presente en el glaciar, ya que ninguna muestra de hielo fue fechada con una edad neoglacial o incluso más antigua. Aun así, el hielo neoglacial podría haber permanecido en la base del glaciar sin quedar expuesto por el talud donde se llevaron a cabo los procedimientos de muestreo. Sobre un glaciar de la edad media tan disminuido, el hielo comenzó a acumularse nuevamente a un ritmo rápido durante el PEH (años 1300–1850). En la mayoría de los casos, la PEH fue el período en el que los glaciares de montaña registraron su máxima extensión del Holoceno, con avances notables en los glaciares alpinos. A partir de una gran variedad de proxies, se han identificado varios periodos cálidos y fríos en la Península Ibérica durante la PEH. En el Circo de Marboré se han cartografiado dos generaciones de morrenas de la PEH, cuyo emplazamiento coincidió con las fases más frías de la PEH, es decir, años 1620-1715, cuando los glaciares pirenaicos registraron su máxima extensión de los últimos 2 milenios, y en algún momento entre 1820 y 1840, cuando un rápido avance de la masa de hielo se movió sobre la gran morrena dejando surcos y crestas paralelas, las llamadas flautas, como signos de erosión. Estas dos fases frías están muy bien identificadas en el Circo de Marboré. De hecho, según el mapa de Schrader de 1874  y otras fuentes históricas, el glaciar entró en contacto directo con la gran morrena en la segunda mitad del siglo XIX. 

 

Mapa monte perdido 1874
Mapa de Schrader de 1874 donde se puede ver  la gran extensión que ocupaba el glaciar al final de la PEH.  (fondos de la biblioteca nacional de Francia)

A pesar de que el glaciar habría cubierto un área de 5.56 km2 al final de la PEH (parte e), no hay registro hoy en día de hielo acumulado durante la PEH, excepto por algunos metros en la parte superior de la secuencia correspondiente a alrededor de 1400. Esto significa que se han perdido más de 600 años de acumulación de hielo asociados con el calentamiento después de 1850. Hoy el glaciar se divide en dos pequeños cuerpos de hielo que en conjunto cubren solo 0.38 km2 (parte f). Comparando la extensión del glaciar al final de la PEH en 1850, según la ubicación de la morrena, y la extensión actual, más de 5 km2 del glaciar han desaparecido, lo que indica que los últimos 150 años probablemente han sido el período con el mayor derretimiento de los glaciares en los últimos 2000 años.

 

Glaciar del Monte Perdido en 1981
El aspecto del glaciar durante el óptimo climático medieval fue similar al de los años 80 del siglo XX foto de 1981 de J.M. García Ruiz.

Conclusiones 

Este estudio presenta por primera vez un modelo cronológico continuo de un pequeño glaciar remanente en los Pirineos, reconstruido a partir de un conjunto de fechas del Carbono 14 en diferentes restos orgánicos y respaldado por mediciones de la deposición atmosférica actual y la comparación con una secuencia lacustre cercana (Lago Marboré). La secuencia de hielo del glaciar del Monte Perdido cubre los últimos 2000 años, lo que permite identificar períodos fríos de crecimiento del glaciar y períodos cálidos de pérdida de hielo. Se demuestra que el glaciar estuvo activo durante la época romana, un conocido período cálido en la Península Ibérica. Durante la Anomalía Climática Medieval, el glaciar experimentó un retroceso dramático marcado por la presencia de capas de escombros oscuros interpretados en términos de años sucesivos en los que predominaron los procesos de ablación. 

Panorama Monte Perdido hacia final del siglo XIX
Panorama del aspecto del glaciar durante el máximo de la PEH hacia mediados de siglo XIX. Resulta destacable el hecho que la lengua glaciar estaba a punto de caer por el balcón de Pineta, rellenando prácticamente todo el ancho del circo de Marboré. Ilustración de Franz Schrader


 La Pequeña Edad de Hielo (PEH) fue un período de crecimiento de los glaciares, pero no se registra hoy en el hielo de este periodo, ya que se han perdido más de 600 años de acumulación de hielo asociados con el calentamiento después del final de la PEH, desde 1850. Esta evidencia del modelo profundidad-edad está respaldada por la falta de indicadores antropogénicos generalmente asociados con la era industrial, que abundan hoy en día en la deposición atmosférica actual en un sitio cercano. Además, tanto la concentración de Hg como la relación Pb / Al aparecen mucho más altas en los sedimentos del lago Marboré, mientras que el registro del glaciar no refleja su aumento antropogénico. Comparando la situación actual de los glaciares con la de intervalos cálidos anteriores, como el periodo romano o la anomalía climática medieval, se concluye que el glaciar se encuentra actualmente muy reducido en área y volumen. Además, la tasa reciente de pérdida de masa de hielo es definitivamente más rápida que la de los 4 siglos que abarca la anomalía climática medieval, lo que sugiere que el calentamiento actual en los Pirineos es más rápido e intenso que en cualquier fase cálida anterior de los últimos 2000 años. En las condiciones climáticas actuales, es razonable esperar la desaparición de este glaciar, así como de otros glaciares de los Pirineos y del sur de Europa, en las próximas décadas.

 

Glaciar del Monte Perdido en Octubre de 1892
El glaciar del monte perdido hacia el final del la PEH (año 1892, Foto de Eugène Trutat Bibliothèque de Toulouse )

Con estos datos se zanja la controversia, quedando claro que el deshielo actual no tiene precedentes históricos y que el glaciar no es un recuerdo de la pequeña edad del hielo, pues muy probablemente ha estado ahí desde al menos 6000 años. Su más que probable desaparición en los próximos años no será por tanto algo anecdótico sino más bien un hecho histórico y que nos pondrá de manifiesto la gravedad de la situación, pues si bien es cierto que la pérdida de los glaciares Pirenáicos puede ser considerada por algunas personas como algo irrelevante, y no afectará significativamente a la disponibilidad de recursos de la zona. No es menos cierto que al tratarse de un fenómeno global, la pérdida de otros glaciares en el ártico y en el antártico. Si debería preocuparnos pues implicará entre otros muchos fenómenos adversos y muchos aún desconocidos, una subida del nivel del mar de varios metros en los próximos siglos. 

 

Glaciar del monte Perdido 2022
Fotografía del monte perdido el 11 de agosto de 2022 donde ya se aprecia que el piso inferior se ha partido en dos y la parte derecha no aguantará más de cinco años mientras que la incipiente lengua pegada al rincón izquierdo, ya de la entidad de otros glaciares menores, apenas sobrevivirá una o dos décadas. Foto de Santi_zgz tomada del foro clima y nieve pirineos 


Articulo original 


sábado, 3 de septiembre de 2022

Los tipos de interés y el funambulista II

hace 6 años publiqué este post sobre el funambilista. Los tipos de interés son como el contrapeso de un funambulista, si la economía se recalienta se suben para desincentivar el consumo y la economía se enfría y si la economía se enfría, se bajan para reactivar el consumo y esto hace marchar mejor la economía.

Pues bien, yo no soy adivino, pero vaticinaba que nos mantendríamos con crecimientos cada vez más bajos con unos tipos de interés cada vez más inoperativos hasta que una pequeña subida de la inflación tirase a nuestro funambulista imaginario de la cuerda del crecimiento infinito. 

Los tipos de interés y el funambulista


Ese día ha llegado. 

De hecho durante estos últimos años los tipos de interés han llegado a ser negativos con crecimientos realmente bajos. Lo que dejaba claro que el funambulista sujetaba la pértiga por el extremo y no por el medio. Y ahora con crecimientos cercanos a cero. Los bancos centrales están subiendo tipos, que es justo lo contrario que hay que hacer para reactivar la economía, lo que nos llevará a una larga y profunda recesión.  Y cuando digo larga, no digo meses, ni un par de años, tal vez dure décadas.

¿Y porque ha subido tanto la inflación en un contexto de crecimiento casi cero? 

El progresivo agotamiento de los combustibles fósiles hará que cada vez sean más escasos y por tanto más caros, repercutiendo en la inflación justo en el momento en que una menor disponibilidad energética hace que la economía vaya a menos en vez de a más. Y ahí es donde estamos ahora.

La guerra de Ucrania, sobre todo en Europa, ha agravado el problema, pero no olvidemos que la subida del gas, la electricidad y la inflación casi al 10 % es anterior a la guerra y por encima del 10% después.

El manejo de tipos de interés siempre ha dado por hecho que una alta inflación se daba por un recalentamiento de la economía, es decir por una economía boyante y en alto crecimiento, en ese entorno, lo más lógico es una subida de tipos. Pero la inflación actual no se da por esas circunstancias, con unos crecimientos cercanos a cero, la escasez de combustibles fósiles, (la ley de la oferta y la demanda) hace que estos suban de precio; Y estas subidas de precio no han espoleado la búsqueda de nuevos recursos o de recursos alternativos, tal y como pregona la economía Keynesiana (por cierto la economía no es una ciencia, más bien es una pseudociencia :)) la física (que si es una ciencia) ha impuesto sus límites, no queda más petróleo, gas y carbón fácilmente extraíbles y por tanto baratos y las renovables tampoco son la panacea que siempre nos han contado. Todo esto se traduce en una importante subida de la inflación con crecimientos cercanos a la recesión.

¿por que entonces yo ya sabía que llegaríamos a esto? ya lo esbozaba hace seis años con los ejemplos sobre crecimiento. No hace falta ser adivino como he dicho anteriormente, basta con conocer los fundamentos físicos de la economía y que esta se basa en la realidad y no en las ilusiones. Por mucho internet, mucha economía del conocimiento, futuros, metaversos, criptomonedas y mundos virtuales que haya. Todos tenemos que comer comida real que se cultiva en campos físicos reales con tractores reales de acero movidos por gasóleo y no eléctricos. 

Y ya que hablo de tractores eléctricos. Estos tampoco nos van a sacar del apuro, la electricidad no es una fuente de energía, es un vector. Se necesita otro tipo de energía para generar electricidad y las placas fotovoltaicas y los aerogeneradores son claramente insuficientes no solo para sustituir lo que tenemos, no digamos ya para continuar con un crecimiento moderado del 2% anual.

Lo único razonable que nos queda es intentar decrecer de forma digna, intentando que este decrecimiento no se traduzca en pobreza y hambre. Al fin y al cabo la economía va de esto: vivir dignamente con el menor gasto de recursos posible. Hemos perdido casi dos siglos cegados por el crecimiento infinito y la economía en vez de ayudar a ser más eficientes y hacer más con menos, nos ha llevado por el camino contrario. Es hora de reconducir la economía hacia su función original, si no lo hacemos nosotros por las buenas, lo hará la física por las malas.




sábado, 4 de junio de 2022

El derrumbe monetario-financiero y productivo, El colapso de la civilización industrial III

Aquí enlace a la 1ª parte 

Aquí enlace a la 2ª parte

La crisis energética implicará una profunda crisis económica en la que no habrá recuperación estable del crecimiento. Para funcionar en un mundo “lleno”, no solo no valen las recetas del pasado (keynesianas, neoliberales) sino que son contraproducentes y su aplicación abocará al sistema a una quiebra más abrupta y profunda. Tendremos una crisis de subproducción, destacando la energética y la de alimentos.

La de alimentos ya asoma por aquí. 

La crisis será, por primera vez en la historia del capitalismo, especialmente desde la Revolución Industrial, una “destrucción destructiva” que arrastrará consigo al capitalismo global. Lo que emerja será distinto, aunque podrá seguir existiendo el capitalismo. La quiebra del capitalismo global tendrá una tremenda repercusión, pues la globalización es el principal mecanismo que mantiene a la civilización industrial como un todo.


El colapso de la civilización industrial III


Precio del petróleo y crisis

El crecimiento es indispensable para el funcionamiento del capitalismo. Entre los factores para que exista, la disponibilidad abundante de energía es central. En primer lugar, simplemente no hay actividad económica sin energía abundante. Esto tiene varias implicaciones. Una es que en escenarios de alto gasto en energía queda menos dinero para desarrollar otras partes de la economía, lo que limita el crecimiento. Esto es especialmente grave en los territorios importadores de energía, donde el encarecimiento energético supone un empeoramiento de la balanza comercial y una mayor dificultad para encontrar financiación. Otra implicación es que el precio de la energía (del petróleo y gas) es un factor director de la inflación

por lo que si este sube compromete al conjunto del sistema. Por ejemplo, para intentar controlar la inflación, los bancos centrales suelen aumentar el precio del dinero, lo que tiende a limitar el consumo por falta de crédito.

La influencia también funciona en el sentido contrario, pues si la actividad económica baja, también lo hacen la demanda de energía y su precio, lo que puede llegar a producir una parada en la extracción por una degradación de la infraestructura y falta de inversión, lo que dificultaría una reactivación económica. Esto se ve agravado porque la consecución de energía requiere fuertes inversiones monetarias y energéticas, además de temporales.

Otro elemento imprescindible para la reproducción del capital es que el consumo vaya al alza, lo que tiene que ver con la energía disponible y con la productividad, pues un descenso en esta última reduce el consumo al obligar a la clase capitalista a rebajar los sueldos y a aumentar los precios. Además, la energía abundante y accesible es la que genera confianza en todo el sistema y permite la creación de dinero y deudas que lubrican el consumo.

La expansión en forma de globalización fue una respuesta del capitalismo a la crisis de la década de 1970. Además de nuevos territorios, permitió una mayor economía de escala y una alta  especialización, que aumentaron los beneficios. Sin embargo, sin energía barata no hay transporte global.

Finalmente, el capitalismo también convierte en capital el “trabajo” realizado por la naturaleza. Pero esto se va tornando cada vez más difícil conforme se alcanzan los picos de extracción de energía y materiales. No volverá un contexto como el del siglo XX, en el que los costes de extracción de la energía (de los combustibles fósiles) vuelvan a estar notablemente por debajo de su valor económico. Además, este incremento de la factura energética no producirá más energía y sí redundará en una menor productividad

El precio de los combustibles podría subir indefinidamente produciendo que los combustibles no convencionales, cuya explotación ahora no es rentable, se convirtiese en posible. Sin embargo, esto no va a ocurrir, ya que el límite máximo del precio del crudo para que se active una recesión está en unos 120-130 $/b. 

Los Estados y las economías, sobre todo centrales, tienen cierto aguante. Por ejemplo, poseen una (relativa) capacidad de pagar altos precios del crudo durante un tiempo, como muestra que, tras el pico de precios que desató la Gran Recesión de 2008, la economía se ha recuperado ligeramente, a pesar de que los precios altos se mantuvieron hasta 2014. Esto se consiguió gracias a una inyección masiva de dinero en el sistema, que sostuvo la capacidad de compra de la población, los Estados y, sobre todo, las empresas. Pero esta es una política que no es sostenible en el tiempo. Es más, conforme se fueron retirando los estímulos la economía retomó la crisis y, con ella, el precio del petróleo bajó causando problemas a las empresas del sector que redundarán en una mayor crisis económica. Y, lo que es más importante, no se pueden imprimir barriles de petróleo y, sin energía accesible, la economía financiera no podrá sostener todo el entramado.

Escenarios de precios del petróleo

Si se descuentan las crisis petroleras de la década de 1970 (de causas políticas), en el siglo XX el petróleo se caracterizó por la estabilidad y el bajo precio: 20-30 $/b. Esto no se va a repetir y lo que se producirá es una primera etapa de precios fluctuantes que alcancen picos altos. Para explicar esta evolución hay que recurrir a múltiples elementos que hacen que la dinámica sea compleja y para nada obvia. 

El cambio de patrón en el precio del petróleo se produjo en 2005, el año en el que se alcanzó la capacidad máxima de extracción del petróleo convencional.

Desde entonces, se ha producido una tensión al alza en su precio. Por una parte, solo se ha podido incrementar el crudo en el mercado gracias a los más caros petróleos no convencionales. Además, la TRE (Tasa de Retorno Energético)  del petróleo es descendente y la capacidad de ponerlo en el mercado disminuirá. Asimismo, el previsible escenario de enfrentamiento creciente entre las distintas potencias,  empujará al alza la cotización del crudo; pues habrá infraestructuras que se destruirán, países que reducirán su extracción (al menos temporalmente), un mayor gasto en el control militar de territorios y rutas, embargos, etc. Las etapas de menores precios del petróleo, como el periodo 2014-2017, se pueden explicar por al menos tres factores: 


i) La oferta de líquidos combustibles (en volumen, que es lo que miden los mercados, no en energía neta) siguió aumentando hasta 2015. Esto fue consecuencia de las políticas de quantitative easing que, por ejemplo, dieron alas a la industria de la fractura hidráulica. En el caso de las petroleras públicas, hubo varios condicionantes que explicaron el sostenimiento de la extracción. Probablemente, los más importantes fuesen el intento de mantener la cuota de mercado y de no rebajar aún más los ingresos a corto plazo, pues la situación económica y social era complicada para muchos (Venezuela, Rusia, Brasil, Irán). 


ii) La Gran Recesión continuaba, con el descenso de la demanda  consiguiente. Esto tenía detrás, entre otras cosas, el bajo precio del petróleo. Por lo tanto, un aumento de la oferta (aparente) y un descenso de la demanda implicaron una presión a la baja sobre los precios. 


iii) A esto se sumó el recorte a la masiva creación de dinero por parte de la Reserva Federal, lo que redujo la presión inflacionaria de toda la economía, empezando por las materias primas.


Tanto las subidas como las bajadas de precios se verán amplificadas por la especulación. El petróleo, como el resto de materias primas, se negocia en los mercados financieros. En bolsas como las de Chicago y en transacciones privadas en los mercados OTC. La OPEP no pone los precios del petróleo, sino que intenta regularlos colocando más o menos crudo en el mercado. Como con cualquier otro activo financiero, con los derivados del petróleo se pueden obtener beneficios cuando su valor sube y cuando su valor baja. Es decir, que el “desequilibrio” entre oferta y demanda se ve incrementado a corto plazo por la especulación. A esto se suma que el pico del petróleo también implica una menor capacidad de controlar el flujo puesto en el mercado y, por lo tanto, una mayor facilidad para especular con él y con ello exagerar más las fluctuaciones de precios. La siguiente fase, después de varios años de fuertes fluctuaciones de precios, podrá ser la de un precio elevado y estable. Es la etapa actual con precios ya por encima de 100$ el barril y muy cercanos a 120 -130 $ el barril que es cuando se producirá la recesión. A no ser  que el desplome económico haya sido tan mayúsculo que la demanda sea muy pequeña. O, dicho de otro modo, esto sucederá cuando el petróleo deje de ser el motor energético de la economía y se parezca más a un artículo de lujo.

Diesel y fuel oil


La crisis económica aumentará la crisis energética

La relación entre la crisis energética y la económica es un ejemplo de bucle de realimentación positivo. Si la primera ha contribuido a desencadenar la segunda, después la segunda refuerza la primera.

Para prever cómo será el descenso del flujo de crudo disponible, la geología es fundamental, pero también la economía (ritmo de inversión, nivel de precios), las tecnologías empleadas, los recursos disponibles (por ejemplo, hacen falta grandes cantidades de agua para extraer el petróleo y para refinarlo), la política (inversiones públicas en combustibles fósiles o en renovables, concesión de derechos de explotación, títulos de propiedad), las condiciones laborales (parones en la extracción, cualificación del personal) o los aspectos militares (destrucción de la infraestructura petrolera). Muchos de estos factores producirán situaciones no lineales en las que se perderán capacidades que costará mucho recuperar (o serán irrecuperables). Los factores económicos desempeñarán un papel fundamental. Por una parte, es esperable que las fases de petróleo caro reducirán la demanda, lo que estirará la curva de descenso haciéndola menos pronunciada. A esto también contribuirá que los precios altos del crudo incentivarán la explotación de los campos menos rentables.


Pero, a pesar de eso será muy difícil acometer nuevos esfuerzos explotadores por varias razones que van a producir que el escenario sea de reducción de financiación, mientras lo que haría falta es un aumento ante la dificultad creciente de la extracción. Las fundamentales serán: 


i) La demanda energética menguará a causa de la profundización y ampliación de la crisis económica y esto quitará atractivo a la inversión.


 ii) Además, las inversiones (que deben producirse en plazos dilatados) serán en un entorno de precios muy fluctuantes, lo que hará que sean más arriesgadas.


iii) Los periodos de precios altos incentivan la inversión, pero solo hasta cierto punto. Ya vimos que si el precio sube demasiado, la economía en su conjunto entra en crisis, lo que limita la posible inversión. 


iv) Los costes requeridos para aumentar la explotación han subido considerablemente, entre otras cosas porque los nuevos campos son cada vez menos accesibles geológica y geográficamente, además de más pequeños, con lo que el coste unitario aumenta. A esto se añade que los campos antiguos rentan cada vez menos.


 v) Los costes también aumentarán por el incremento de accidentes fruto de la menor accesibilidad de los recursos. 


vi) El sector petrolero ya está fuertemente endeudado, a lo  se añadirá la escasez de crédito conforme se agudice la quiebra de los mercados financieros.

 vii) Una parte considerable de la infraestructura petrolera se ha quedado obsoleta. También hay escasez de mano de obra cualificada y de equipos de perforación, lo que obligará a más gastos. 


viii) La viabilidad de las compañías depende, como vimos, más de su atractivo financiero que productivo. De este modo, las empresas desvían las inversiones a actividades como la recompra de sus acciones, en lugar de a la construcción de nuevas plantas, el mantenimiento de la infraestructura o el desarrollo de nuevos campos. Esto, lejos de ser una coyuntura pasajera, es un imperativo del mercado.


 ix) En los últimos años, los impuestos sobre la actividad petrolera han crecido considerablemente en la mayoría de los países extractores y no es probable que esto cambie conforme avancen sus problemas fiscales. 


Esta disminución en la financiación es algo que ya está sucediendo. Además, las compañías se están deshaciendo de sus yacimientos más dudosos a precios de saldo. Y no solo se está produciendo desinversión, sino también quiebras. Este proceso afecta también a las compañías estatales. Muchas de ellas arrojan pérdidas significativas (Pemex, Statoil, Petrobras) y parte de los nuevos descubrimientos en América Latina no se están pudiendo explotar por falta de financiación. Además, como la economía de sus países matrices depende en gran medida del crudo y han aumentado mucho sus gastos, el precio mínimo para cuadrar las cuentas estatales es alto. Ante esta situación, algunos (México, Venezuela, Brasil, Argentina, Baréin, Libia, Irán, Noruega) están abriéndose a la inversión extranjera y a las tecnologías de las compañías privadas para sostener la extracción. Pero las multinacionales del petróleo, las inversoras naturales, están realizando el movimiento contrario.

Los problemas afectarán también a las renovables. Es previsible que las inversiones en ellas se estanquen a medida que la crisis económica continúe y todavía haya disponible carbón, gas y uranio, lo que sitúa un panorama futuro mucho más complicado, pues se habría malgastado tiempo y recursos para la inevitable transición energética.

En conclusión, considerando los factores económicos, el descenso de energía

disponible sería notablemente mayor que el previsto por el agotamiento geológico.

Basado y adaptado de:

Referencia: En la espiral de la energía Volumen II

Y aquí el panorama más actualizado

El pico del diésel versión 2021



 

domingo, 3 de abril de 2022

SOStenibilidad

La palabra de moda, ahora todo es sostenible, las ciudades, las empresas, las nuevas urbanizaciones, el turismo, las inversiones, los viajes, incluso hubo una época que se llegó a hablar de guerra sostenible!!!

Ahora los políticos cuando hablan, siempre acaban diciendo la palabra sostenible. “vamos a construir una urbanización sostenible, vamos a construir una autopista sostenible…etc”

Se utiliza tanto la palabra sostenible que ya ha perdido su significado, de hecho muy poca gente sabe, o mucho menos es consciente de su significado.

Según la RAE, sostenible es: Que se puede sostener.

Especialmente en ecología y economía, que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente.

sostenibilidad


Es decir, una actividad sostenible tiene que poder realizarse sin cambios durante miles de años.  Las palabras que más suelen asociar los políticos a sostenible es crecimiento o desarrollo. Todas sus frases acaban con crecimiento sostenible o desarrollo sostenible. Pero es un oxímoron o crecemos o nos sostenemos, o nos desarrollamos o nos sostenemos pero ambas cosas a la vez son imposibles.

Cualquier actividad que implique el uso de combustibles fósiles aunque sea marginalmente o de forma secundaria NO ES SOSTENIBLE por definición. El turismo es sostenible si lo hacemos en bicicleta (y a ver como fabricamos la bicicleta, especialmente las cubiertas de caucho) o en burro. El crecimiento nunca podrá ser sostenible en un planeta esférico, para que fuera sostenible necesitaríamos un planeta plano e infinito.

Las energías renovables tampoco son sostenibles a menos que las fabriquemos utilizando energías renovables, cosa hoy por hoy, es prácticamente imposible.

Y en estas hemos llegado a la situación actual en la que todos somos muy ecologistas y muy defensores del planeta (como si el planeta necesitara que alguien le defienda) pero cuando la gasolina se ha puesto a 2 € el litro (por su escasez, no por la guerra) nos ha faltado tiempo para volver a subvencionar con dinero público las energías fósiles y olvidarnos de la transición energética y del cambio climático.

Han bastado unos pocos céntimos de subida de los combustibles fósiles para ver como la economía industrial entera ha comenzado a entrar en colapso.

Los políticos y la mayoría de la gente (da igual la ideología o el país) nos han dejado claro que no tenían pensada ninguna transición energética, ni les interesa lo más mínimo el cambio climático ni nada. En definitiva, se les ha visto el plumero y no tenían un plan B.

En vez de gestionar la escasez se han puesto a subvencionar un modelo obsoleto y en decadencia con el único objetivo de volver a la senda del crecimiento.  

Intentar apuntalar un sistema en colapso sólo nos llevará a una caída más temprana y más dura. Es ahora cuando hay que pensar en crear una sociedad sostenible (sin crecimiento) y resiliente. En principio podríamos comenzar reduciendo un 80 % nuestra dependencia energética fomentando el teletrabajo,  creando una red de trenes de vía estrecha, movidos con aerogeneradores fabricados industrialmente con el poco petróleo y gas que aún queda y creando huertos urbanos lo más cerca posible de los lugares de consumo. Todavía es posible un modelo que tienda hacia la sostenibilidad sin dilapidar lo poco que nos queda.  Algo similar al periodo especial que vivieron los cubanos. 

Pero visto lo visto, hay que dar por hecho que el camino a seguir será el de continuar apuntalando un sistema en colapso, subvencionando nuestra propia ruina  y haciendo  guerras por los últimos recursos.